La curiosidad no mató al gato. Por Laura Costoya Santos

Coach, Mentora y Formadora.

La semana pasada fue el Día del Padre. Había pensado en dejarlo pasar y, de hecho, tenía otro tema preparado para hoy. Pero una idea no dejaba de rondarme la cabeza y, como me conozco bien, cambié la columna sobre la marcha. Hoy os invito a reflexionar sobre cuál creéis que es la enseñanza más valiosa que aprendisteis de vuestro padre.

Y ojo, esta reflexión no solo es para quién ha tenido “el mejor padre del mundo”. Si es tu caso, ¡enhorabuena! Pero soy consciente de que, para muchas personas, su padre no ha sido un referente o alguien a quién admirar. Sin embargo, lo bueno del aprendizaje es que es algo que te llevas de cualquier situación, aunque sea una mala experiencia.

El otro día estaba pensando en qué era lo que más valoraba de todo lo que me enseñó a mí el mío. Sus enseñanzas fueron múltiples y diversas, pero si tengo que quedarme con una, lo tengo claro: su pasión por la curiosidad. De hecho, creo que es algo que nos ha marcado a mi hermano y a mí. Es algo muy nuestro, que nos caracteriza. Y se lo debemos a él.

Mi padre era la curiosidad en persona. Siempre pienso en lo que habría disfrutado en la era de internet, teniendo al alcance de la mano toda la información imaginable. Aun así, jamás dejaba de aprender. Nuestra casa estaba llena de libros. En ellos indagaba sobre cualquier tema: el funcionamiento de un transistor, la organización de las abejas, la vida en los océanos, el efecto de la luna en las mareas… Todo le interesaba, aprendía y luego disfrutaba compartiéndolo con nosotros.

Pienso que por eso no me gusta la famosa frase “la curiosidad mató al gato”. No entiendo el afán por hacer creer que una cualidad maravillosa es negativa. Y es que sí, soy muy fan de la curiosidad. ¿En qué mundo puede ser algo negativo el interés por aprender? Quizás en uno en el que no interesa que pensemos por nosotros mismos.

Algo que se dice mucho pero aplicamos muy poco es que intentemos ver el mundo con la curiosidad de cuando éramos peques. Y es relativamente fácil hacerlo, así que no tenemos excusa. La curiosidad nos ofrece la posibilidad de sorprendernos, de descubrir la vida a cada paso, de entender, de analizar. La curiosidad nos premia con la ilusión del descubrimiento.

Sin embargo, la curiosidad tiene una connotación negativa. O eso nos han contado. El sistema educativo no fomenta el ansia por descubrir. Un magnífico profesorado está atrapado en una estructura concebida para que nos convirtamos en meros acumuladores de información, relegando la pasión a anécdota.

Creo que ya os he comentado en alguna ocasión que a veces siento que el mundo está hecho al revés. Por lo que me comentáis cada lunes, es algo que también os pasa. El caso es que “nos la cuelan”. Hay afirmaciones tan arraigadas que las damos por buenas sin darle una segunda reflexión. Sin embargo, vale la pena sacudir de vez en cuando todo aquello que hemos aprendido y asimilado como propio. Quizás descubramos que no estamos tan de acuerdo… o sí.

De entrada, te propongo que vivas cada día con la mirada a estrenar, como si la vieras por primera vez. No des nada por sentado, disfruta del placer de sorprenderte. Permítete tomar decisiones como si fueras una persona recién llegada, sin pesos ni mochilas. ¿Te has preguntado alguna vez qué pensarías de tu vida si la vieras desde fuera?

Por eso te invito hoy a conectar con la curiosidad, como nos enseñó mi padre. Tu vida será más satisfactoria si la miras con ojos de aprendiz. Poco se puede esperar ya cuando sientes que lo sabes todo. Del mismo modo, la vida es apasionante si la afrontas con la actitud de búsqueda de respuestas. Si lo pienso, no pudo dejarnos mejor herencia. Es, sin duda, una enseñanza valiosísima para la vida.

Me encantaría que compartieras conmigo ese aprendizaje con el que te quedas de los que te enseñó tu padre. También me vale que me digas cuál te gustaría transmitir a tus hijos e hijas y si crees que lo estás consiguiendo. Aprendo mucho de vuestros comentarios. Os leo.

24 comentarios

  • Jesús Tomas Legido Lopez

    Una nueva experiencia, leer a Laura.Si ya se que tiro para casa, es nuestra hija, adoptada, y pareja de Tomi, el nuestro, Tomi Desastre.Laura lo bordas, que bonito es ser curioso, en el buen sentido,…investigar en la vida.

    • Laura Costoya.

      ¡Gracias por leerme, Tomás! Quién me iba a decir a mí que, después de tener un padre extraordinario, también te iba a tener a ti. Sois la suerte de mi vida. Nunca me cansaré de dar gracias.
      Abrazo inmenso.

  • Elena

    Empezar la semana con tus columnas y sus propuestas es una gran tarea, que sin duda, me ayuda a ser mejor.
    Viviré cada día con la mirada a estrenar:)
    Afortunados por el legado que os ha dejado vuestro padre y que ahora nos muestras a nosotros.
    Muchas gracias Laura.

    • Laura Costoya.

      ¡Gracias por leerme, Elena! Cada día tenemos todo un mundo por descubrir, no caigamos en la trampa de pensar que ya está todo el “pescao” vendido, porque no. Cada día son millones de oportunidades para aprender y crecer. Nuestros cuerpos envejecerán, pero la mirada, nunca.
      Abrazo inmenso.

  • Carmen Rey

    Su paciencia, concentración en su trabajo y sobre todo la capacidad para hacernos reír cuando llegábamos a casa agobiados de clase o del trabajo. Siempre estaba de broma, dejando frases para la historia. Aunque también tenía sus carácter pronto se le pasaba. He enseñado a mi hijo todo lo que él me enseñó, y espero que le aporte en la vida al menos la décima parte de lo que mi padre me enseñó a mi. Te quiero papá.

    • Laura Costoya.

      ¡Gracias por leerme, Carmen! Sin duda, tu padre te dejó grandísima herencia. Son cualidades maravillosas para la vida. Gracias por compartirlo conmigo, con las personas que estamos aquí. Sé que este año ha sido especialmente difícil el Día del Padre, por eso hoy, más que nunca, te mando mi abrazo inmenso.

  • Ana Martínez

    Felicidades una vez más Laura y bendita columna que nos hace bucear en nuestro interior!!.Pienso que es la mejor manera de poder crecer.De mi padre me quedo con su honestidad.Calidad humana.Ojalá sea yo capaz de transmitirle a mi hijo la importancia de ciertos valores en la vida.Mil gracias guapa!

    • Laura Costoya.

      ¡Gracias por leerme, Ana! Lo mejor que podéis decirme es que la columna os sirve para bucear en vuestro interior y crecer. No sabes lo feliz que me hace… La honestidad es una cualidad maravillosa que seguro sabrás transmitir. Lo bien aprendido nos sale por los poros, aunque no queramos. Así que no dudes que sabrás transmitírselo a tu hijo.
      Abrazo inmenso.

  • Lorena

    Yo creo que la curiosidad animó al gato. Y lo incitó a saltar a otros tejados. A mí padre le agradezco que me enseñó que llegar tarde también es llegar. Y no una excusa para no ir

    • Laura Costoya.

      ¡Gracias por leerme, Lorena! Me gusta este nuevo dicho: la curiosidad animó al gato. Y le hizo crecer, descubrir, le llevó a nuevos tejados a los que jamás habría llegado de no haberse atrevido a descubrir. La enseñanza de tu padre es muy valiosa. Cuántas frustraciones nos ahorraríamos si no nos enfocásemos tanto en el cuándo como en el cómo y con quién.
      Abrazo inmenso.

  • Silvia

    Yo de mi padre me quedo con el… Si se quiere, se puede. No hay que tenerle miedo a nada, e intentarlo todo siempre, desde pequeña, mi padre quería un niño cuando nací yo, fui su mini chapuzas, cosa que se estropeada en casa, cosa que intentábamos arreglar, digo intentábamos porque no siempre lo conseguíamos, pero como el bien decía ” Roto ya está” , me encantaban esos momentos con el, cuando conseguíamos arreglarlo me sentía como wonderwoman, imparable, te quiero papa.

    • Laura Costoya.

      ¡Gracias por leerme, Silvia! Qué bonito sentir la admiración que sientes por tu padre. Me emociona leerte y me consta, además, que es un padre y abuelo extraordinario que tiene mucho que ofrecer. En cuanto a las enseñanzas… ¡qué decirte! Ojalá todos tuviéramos esa filosofía de vida y fuésemos a por lo que queremos sintiendo que no tenemos nada que perder.
      Abrazo inmenso.

  • Uffff como te entiendo Laura, yo de mi padre aprendo cada día. Siempre me inspiró y me dio fuerza, pero este último año, me deja sin palabras. Gracias por esta gran reflexión. Un abrazo

    • Laura Costoya.

      ¡Gracias por leerme, Isa! Tu padre es un jabato que nos está dando una gran lección a todos. No nos queda más que rendirnos a la evidencia: tu padre es un fenómeno. Te mando todo mi cariño.
      Abrazo inmenso.

  • María Jesús Vaamonde

    Un lunes más tu artículo me hace reflexionar. Me encantan tanto el fondo como la forma.
    De mi padre he aprendido el sentido del deber; que, aunque es algo positivo, a veces también puede llegar a ser un handicap.
    Esperando ya a ver con qué nos sorprendes el próximo lunes.

    • Laura Costoya.

      ¡Gracias por leerme, María Jesús! Es una satisfacción para mí que me digáis que os ayuda a reflexionar lo que escribo. Con esa intención lo hago y ojalá os sirva…
      Con respecto a esa enseñanza tan extendida del sentido del deber, es verdad que puede ser una carga en ocasiones. Pero precisamente ser consciente de que puede ser un hándicap, ya es una enseñanza valiosísima. Yo también tengo aprendizajes de este tipo, como todas las personas. Valores que mis padres ensalzaban y quizás en alguna ocasión les suponían una losa. Estoy segura de que yo también le estoy mostrando a mi hijo cosas que considero importantes y quizás en un futuro a él le sirvan para decir “por ahí no”.
      Abrazo inmenso.

  • Patricia Gómez

    🙂 gran columna la de hoy Laura!! Yo de mi padre me quedo con el cariño con el que hace las cosas, y el empeño y las ganas que pone para realizarlas. Sin duda, de los mejores aprendizajes.

    • Laura Costoya.

      ¡Gracias por leerme, Patricia! Me encanta la lección de tu padre. Creo que es una de las que yo transmito, el amor por lo que hago. Tendría que decirlo a mi hijo, claro, es posible que esa sea solo mi percepción. Pero intento que vea la pasión con la que desempeño mi trabajo, mis aficiones, mi vida. Ojalá…
      Abrazo inmenso.

  • A mi mi padre me enseñó que si sacas un 9.5 podrías haber sacado un 10.
    Quizás de ahí venga esa autoxigencia que no me deja estar nunca conforme.
    Desde luego seguro que me ha servido, pero no me gustaría transmitírsela a mis hijos;)

    • Laura Costoya.

      ¡Gracias por leerme, Carla! Yo también tengo enseñanzas que me gustaría que acabaran conmigo, por supuesto. Siempre digo que lo hacemos con la mejor intención, pero es verdad que podemos cargar a nuestros hijos e hijas con piedras en su mochila que les puede hacer más pesado el camino. Aún así, recordemos la intención positiva en origen de estos valores. La capacidad de superación, la excelencia, el compromiso… Como en todo, es fundamental encontrar un equilibrio.
      Gracias por compartir tu experiencia, me enseña mucho.
      Abrazo inmenso.

  • Isabel Salgado

    Mi padre me dejó la capacidad de seguir en la adversidad, cuanto más feo se ponga el camino más has de hacer por andarlo, más y mejor versión has de sacar. Y el culo inquieto también me dejo en herencia. Seguiré aprendidendo de el que seguro aún pesco algo más. Un gusto leerte!

    • Laura Costoya.

      ¡Gracias por leerme, Isabel! Definitivamente, la generación de nuestros padres se caracterizó por cercerse ante la adversidad. ¡Qué gran lección de vida! Y que suerte haber aprendido esto de ellos. Gracias por compartir con nosotros esa admiración hacia tu padre.
      Abrazo inmenso.

  • Ana Carro

    De mi padre me quedo con su generosidad en todas las facetas de su vida.
    Curiosear, aprender o descubrir, nos ayuda a mantener la mente despierta.

    • Laura Costoya.

      ¡Gracias por leerme, Ana! Sin duda, etes digna hija de tu padre. La generosidad es una de las cualidades que te caracterizan. Una de muchas, eso sí. Sigamos curioseando.
      Abrazo inmenso.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *