Silencio, se rueda. Por Laura Costoya Santos

Hoy quiero reivindicar uno de esos tesoros que tenemos al alcance de la mano y, sin embargo, nos cuesta mucho encontrar: hablo del silencio. No sé si precisamente esa accesibilidad, o que sea gratuito, o quizás el hecho de que dependa exclusivamente de nuestra persona, hace que no le demos el valor que realmente tiene.

Cuando hablo de silencio, no solo me refiero a la ausencia del sonido que percibimos por el oído, que también. Estoy incluyendo lo que se conoce como ruido mental. Ese que nos asola nada más despertarnos y llena nuestra agenda diaria de deberes y obligaciones.

Y es que tenemos mucha falta de estar en silencio ¿Alguien más por aquí que tenga la sensación de haber pasado del turrón a la sandía sin período de transición? El tiempo pasa a un ritmo frenético y, en parte, el ruido es el causante.

Vivimos en la era de la información, de la inmediatez, de los estímulos constantes. Triunfan las Redes Sociales en las que vemos la vida pasar en vídeos de 20 segundos. Aun así, a veces se nos hace largo y pasamos al siguiente estímulo solo con un toque en la pantalla. Nos hemos habituado a hacer mil cosas al mismo tiempo. Vivimos conectados a la gran evasión.

Pero siento decirte que todas estas distracciones te están alejando de lo realmente importante, de ocuparte de quién eres, cómo estás y qué sientes. Somos conejos corriendo detrás de una zanahoria sin pararnos a mirar que estamos rodeados de un huerto. Nos falta reflexión. Y sin ella, es muy complicado tomar buenas decisiones.

El caso es que vivimos en una sociedad en la que prima la productividad. Por eso, quedarse en silencio no está bien visto. Hemos “comprado” el argumento de que ser capaz de hacer muchas cosas al mismo tiempo es una gran virtud. Sí, lo reconozco, yo también he presumido de ser “multitasking”. Tardé tiempo en darme cuenta de que más que algo beneficioso, en realidad esa capacidad de ser “multitarea” era un billete a desconectarme de mí misma para solo hacer, hacer y hacer.

Quizás esta sea una de mis columnas más personales. Es fácil caer en la vorágine del día a día y muy complicado bajarse de ese tren en marcha. Me atrevo a decir que es uno de los aspectos de mi vida en los que más he trabajado de forma consciente en los últimos años. En parar, en guardar silencio, en no distraerme y en ocuparme de mí misma. Pero es difícil porque el ruido es adictivo.

Así como te lo cuento. Ese jaleo permanente nos genera los mismos síntomas que una adicción. Desde la irritabilidad hasta la ansiedad pasando por la tolerancia a los estímulos. No hay más que ver cómo el cine ha ido evolucionando y la manera de contar historias es cada vez más rápida, con más efectos y más sorprendente. Todo para satisfacer a un público cada vez más sobreestimulado.

Pero necesitamos volver a la sencillez. Si no le dejamos a la mente espacios de silencio que rellenar con sus propios sonidos, estaremos perdiendo la oportunidad de crear nuestra melodía, única y personal. Y ojo con la sensación de que perdemos el tiempo si no estamos siendo “productivos”. Este es otro gran peligro. Cuando te descubras sintiéndote culpable por no hacer nada o por haberte pasado la tarde descansando, date una palmadita y recuérdate que está bien hecho. Porque solo así estamos conectadas con el momento presente.

Responsabilízate de lo que sientes. Afronta la incomodidad de mirar de frente a tus demonios porque solo así podrás vencerlos. No se puede vivir huyendo permanentemente. Te propongo que pruebes a desconectar. Quédate 15 minutos en silencio sin tele, sin móvil, sin nada. Solos tú y el silencio. Cuando te invadan pensamientos de cosas pendientes, toma las riendas y aléjalos. O prueba a hacer las cosas de una en una. Si ves una serie, deja el móvil. Si comes, atiende exclusivamente a lo que tienes en el plato. Parece fácil, pero no lo es. Me encantará que me cuentes cómo gestionas tú el silencio en tu vida. ¿Tienes algún truco para conectar con el presente? Os leo.

14 comentarios

  • María José Castro

    Qué importante lo que nos propones… Yo intento desconectar 15-20 minutos al día. No siempre lo consigo pero cada vez que lo hago todos los sentidos lo agradecen!

    • Laura Costoya.

      ¡Gracias por leerme, María José! Son muy importantes esos momentos y debemos trabajar por conseguirlo. Vale muchísimo la pena hacer este «esfuerzo». Que tiene narices que el simple hecho de parar nos suponga un esfuerzo, pero es así… Yo aquí sigo, aprendiendo.
      Abrazo inmenso.

  • JESUS TOMAS LEGIDO LOPEZ

    Que gran verdad, que fácil es y cómo lo complicamos todo. La competitividad, el correr en todos los sentidos, y no llegar a ningún sitio. Paremos, leamos lo que escribe Laura, ya desayunaras, ya abrirás la ventana, ya irás corriendo a la ducha…..si el agua aún está dentro, aunque tardes media hora. Habla con quien estés, pero si está leyendo La Voz, sonrisa y dejala que lea, échale un beso a distancia y ordena tu día, despacio.

    • Laura Costoya.

      ¡Gracias por leerme, Tomás! La vida va a seguir aquí, mientras dure, para que la paladeemos con lentitud cuando nos demos cuenta que lo único que tenemos es este momento. Dale un beso de mi parte a la que lee la Voz a tu lado.
      Abrazo inmenso.

  • María José Piñeiro Rodríguez

    Gracias, Laura!
    Qué acertado lo del conejo CHOSCO y qué bonito lo de nuestra melodía única!
    Olvidamos q somos alma y nos reducimos a la mente: unha peniña.
    A mí me introdujo la vida con enfermedad repetidas veces, así q tengo poco mérito. Tuve q hacerme muy mayor para empezar a disfrutarlo y aprender a RESPIRAR de verdad en él >>> fue casi por impotencia; pero no lo cambio por nada: una vez q te descubres no quieres volver a un engranaje donde te diluyen para encajar y producir. LO TENEMOS TODO, qué rabia q nos envenenen las esencias y nos atrofien. La vida surge y se propaga en silencio.

    TE QUEREMOS *_*

    • Laura Costoya.

      ¡Gracias por leerme, María José! Y por tus comentarios, que siempre son poesía y bálsamo para las heridas. Solo no estoy de acuerdo en una cosa, en que lo descubriste muy mayor. Pero si aún no eres mayor, jaja… Y fuera bromas, dices algo muy importante. Cuando no escuchamos a nuestra alma, el cuerpo nos grita para ver si así le hacemos caso. Parémonos a escuchar antes de que el cuerpo grite.
      Yo también os quiero.
      Abrazo inmenso.

  • Irene Bt

    Qué importante lo que cuentas! Precisamente estos días estaba dándole vueltas a eso.A mi me suele pasar que me enredo en mil cosas para sentirme productiva y cuando no alcanzo los objetivos que me marco ( ahora empiezo a ver que quizás son demasiados),me siento culpable.Lo peor es ese ruido interno al que no haces caso hasta que te da un toque de atención pidiéndote que pares.Desde la semana pasada me he hecho el firme propósito de desconectar.A la misma hora todos los días paro y salgo a dar un paseo con música sin intentar pensar en nada.La verdad está funcionando, se que no llego a todo lo que planeo y que me quedan cosas por hacer pero ya no me siento tan culpable y ese momento de desconexión me reinicia para volver a empezar.

    • Laura Costoya.

      ¡Gracias por leerme, Irene! Y gracias por compartir conmigo ese gran logro que estás llevando a cabo. Es así, nos dejamos llevar por esa vorágine y nos perdemos. No hay nada más productivo que responsabilizarnos de nuestro ser, no nos engañemos. Esa es una productividad que repercute en nuestro bienestar. La otra, repercute en bolsillos ajenos.
      Abrazo inmenso.

  • Ana Sánchez Agra

    ¡Ay! El silencio… que necesario es, que fácil parece y que difícil nos resulta… trabajar en el de forma consciente es una tarea pendiente en mi caso y leyéndote creo que es el momento de proponérselo y comenzar!

    • Laura Costoya.

      ¡Gracias por leerme, Ana! Ojalá este recordatorio nos ayude a tener muy presente esta necesidad vital. Es importante hacerlo. Nos aceleramos, vamos asumiendo cada vez más y más sin darnos cuenta y luego, un día, la vida nos para. La idea es que paremos antes y hagamos de la vida un momento presente constante.
      Abrazo inmenso.

  • Ana Carro

    Mi rato de silencio es por la noche y me ayuda a descansar mucho mejor. Conozco esas sensaciones, ese acelere que parece que vas cuesta abajo y sin frenos, el desear que el día tenga más horas. Pero como bien dices llega un momento que cuerpo y mente nos avisan (no de muy buenas maneras) que ha llegado el momento de parar, de limitar actividades sin preocuparnos de las opiniones de los demás. Gracias por enseñarme. ❤️

    • Laura Costoya.

      ¡Gracias por leerme, Ana! Es tal cual lo dices, el cuerpo o la mente acaban avisando a veces de muy malos modos. Por eso es importante parar y escuchar lo que el silencio tiene que contarnos. Aunque sea doloroso… Porque mucho más doloroso será el afrontar las consecuencias en nuestra salud. Las enseñanzas son recíprocas, gracias a ti.
      Abrazo inmenso.

  • Hortensia

    Buen día, recién te leo,el ruido mental es algo que quiero controlar,voy de a poco, dando pequeños pasitos,no lo consigo a menudo,lo que sí me resulta útil es leer, ahí,sobre todo por las noches logro acallar el run fin, gracias ,siempre ayudándonos a despertar,un abrazo

    • Laura Costoya.

      ¡Gracias por leermee, Hortensia! El ruido mental está muy presente en nuestras vidas. Me alegra que estés trabajando en ello. Es curioso, a mí me funcionaba muy bien el ruido externo para «vaciar el cerebro». Fue mi estrategia durante mucho tiempo. Leer es una opción estupenda, desde luego. Aún así, te invito a que intentes abrazar el silencio sin ninguna distracción. Lo que aguantes, sin presión. Hoy un minuto, mañana dos… Así hasta que lo empieces a disfrutar.
      Abrazo inmenso.

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