La Sociedad Española de Epidemiología apuesta por un enfoque integral para mejorar la salud laboral de los temporeros

El Grupo de Trabajo en Determinantes Sociales de la Salud de la SEE hace un llamamiento para poner en marcha políticas que dignifiquen la situación de este colectivo. Políticas encaminadas a evitar no solo nuevos brotes de COVID-19, sino también de otras enfermedades transmisibles, y a mejorar la salud laboral
La pandemia provocada por la COVID-19 ha puesto encima de la mesa las complicadas condiciones en las que viven los temporeros que se desplazan para participar en las distintas campañas de recolección y trabajo en el campo. Las primeras señales de alerta saltaron el verano pasado, cuando en plena desescalada surgieron nuevos brotes epidémicos que obligaron a confinar varios municipios de la comarca del Segrià y Huesca. Una situación que los expertos temen que este año pueda volver a repetirse, y que tiene mucho que ver con las condiciones de hacinamiento y vulnerabilidad que sufren los temporeros.
El Grupo de Trabajo en Determinantes Sociales de la Salud de la Sociedad Española de Epidemiología (SEE), y en base al conocimiento de diferentes agentes (agricultores, temporeros, representantes sindicales y expertos en vigilancia epidemiológica), insiste en que es necesario poner en marcha mecanismos que protejan la salud de los trabajadores del sector agroalimentario desde un enfoque integral. Es decir, que aborde las condiciones de vida de la población temporera y comprenda un conjunto de pautas de acción relacionadas con el trabajo, el transporte, el alojamiento, el tiempo de ocio, la protección social, la formación y los servicios de salud.
Para la Sociedad Española de Epidemiología, la adopción de estas medidas preventivas no solo minimizará el riesgo de nuevos brotes de COVID-19, sino que es vista como “una oportunidad para la mejora la salud laboral de este colectivo de forma más global, así como la capacidad de respuesta de los servicios de salud pública”.
La concentración de brotes de COVID-19 asociados al trabajo agrícola de temporada, como los vividos durante el verano de 2020, se debió a una confluencia de causas muy relacionadas entre sí. En primer lugar, los propios lugares en los que se procesa la fruta y verdura una vez recogida -espacios cerrados refrigerados en los que hay varias personas trabajando simultáneamente- reúnen las condiciones ideales para la transmisión de un virus respiratorio.
En segundo lugar, en los alojamientos en los que pernoctan los temporeros se suele compartir dormitorio, zonas de aseo o comedores, por lo que es más fácil que no se respeten las distancias de seguridad que evitarían la transmisión de persona a persona. En algunos casos, las condiciones son de hacinamiento. Además, el transporte hasta el lugar de trabajo se realiza en vehículos compartidos y el cobro por jornal dificulta la realización de aislamientos o cuarentenas, que se suele traducir en la pérdida de ingresos por cada día no trabajado. Todo ello unido a una marcada precarización, sexismo y racismo estructural.
Ante estas circunstancias, la SEE hace un llamado a la coordinación entre administraciones, sector privado y Tercer Sector para poner en marcha políticas que dignifiquen la situación de los temporeros. Políticas encaminadas a evitar no solo nuevos brotes de covid-19, sino también de otras enfermedades transmisibles.
Medidas concretas
Entre las medidas que los epidemiólogos/as consideran más acertadas está la de mejorar las infraestructuras en las que se alojan los temporeros, favoreciendo la construcción de albergues y haciendo hincapié en aspectos como la ventilación, el aislamiento o la adecuación de espacios para la higiene personal. Todo ello con el objetivo principal de evitar situaciones de hacinamiento.
Asimismo, desde el Grupo de Trabajo en Determinantes Sociales de la Salud de la SEE estiman necesario considerar a los temporeros como trabajadores esenciales en la campaña de vacunación, suministrándoles una vacuna, preferentemente monodosis, atendiendo a los grupos de edad. Así, al ser un colectivo con una alta movilidad, tendrían la pauta completa sin necesidad de tener que regresar para un segundo pinchazo. Esta inmunización debe ir acompañada de medidas de protección personal y de acceso a pruebas diagnósticas, estudios de contacto, gestión de bajas por cuarentenas y prevención de otros riesgos relacionados con sus condiciones de vida y su trabajo.
Además, creen conveniente habilitar registros estadísticos de trabajo completos en los que se incluyan los contratos por Empresas de Trabajo Temporal, impulsar las inspecciones de trabajo y fomentar el apoyo de organizaciones sindicales y empresariales.
Por otra parte, los expertos recomiendan la implantación de medidas de protección social, como la compensación de ingresos durante los aislamientos; y formación en materia de prevención de contagios por contacto o aerosoles. En cuanto al tiempo de ocio de los empleados, la SEE señala que deberían facilitarse espacios adecuados y accesibles de esparcimiento en los que se cumplan las medidas de higiene y protección.
De esta manera, las necesidades relacionadas con la salud y la prevención del contagio irán adquiriendo importancia por encima de otras necesidades de supervivencia.