Al mal virus, navideña cara. José Manuel Dapena Varela

por José Manuel Dapena Varela

Abogado

Vaya en la proa mi sincero y afectuoso deseo de unas Felices Navidades para ti, que estarás leyendo estas líneas. A partir de esa premisa, reconozco, con total humildad y tristeza, que no lo vi venir. Acaso podría haberse intuido, pero yo hace un mes no imaginaba semejante panorama para estas Navidades. Ni por asomo. Mi inclinación optimista, mi confianza en las vacunas y la extensión de las dosis en España animaban mi esperanza en una Navidad 2021 prácticamente “normal”.

Mi confianza en las vacunas no ha menguado (soy perfectamente consciente de que, de contagiarme, mis defensas son ahora mayores y que mis posibilidades de combatir el COVID se han incrementado con las tres dosis recibidas: dos de Pfizer y una de Moderna), pero no dejo de preguntarme dónde se encuentra la inmunidad de rebaño, cuándo la alcanzaremos, en qué momento el número de contagios no será el centro del debate. Admito que no soy médico y que hay muchas variables que no conozco o que no entiendo, ni siquiera aplicando el sentido común. Seguramente falten explicaciones convincentes y adecuada pedagogía para evitar que se propaguen (incluso entre la ciudadanía más disciplinada y responsable) susceptibilidades, perplejidades y escepticismos ante el presente escenario y ante medidas desconcertantes.

Con el objetivo de no colapsar el sistema sanitario es razonable aconsejar el no bajar la guardia, el cuidarse, el protegerse, pero considero inapropiado sembrar alarmismos desmedidos y extender miedos desmesurados. La clave radicaría en combatir y convivir.

No se me ha borrado la sonrisa de la cara (siempre el vaso medio lleno, siempre; y el humor en el alma), pero admito un cierto bajonazo ante las cancelaciones que se han venido sucediendo en comidas, cenas o simples reuniones con amigos. Las ansiaba de corazón. El no haber podido acudir a una no cancelada, por imprevisto surgido a última hora, ha sido la guinda de la gafada, el colmo de los colmos. Habrá más ocasiones, me digo. La vida sigue, el sol sale cada mañana. Las agujas del reloj, sin embargo, no giran hacia atrás, el tiempo no se detiene.

Se avanzan limitaciones a las reuniones familiares en Nochebuena, Navidad, Fin de Año, Año Nuevo… ¿Estamos en las mismas condiciones y circunstancias que en el año 2020? Niños y mayores merecen alegrías. Seguridad, sí; alegrías, también.

No dejo de insistir y de animar a que no paralicemos (dentro de nuestras respectivas posibilidades) el gasto y el movimiento económico: no dejemos de apoyar al pequeño comercio, al comercio de proximidad, a las tiendas y a los establecimientos de nuestros barrios. Llevan mucho aguantado, no les demos la puntilla final. La vida se infunde con vida.

Con esperanza en el porvenir, invoco el espíritu navideño; salud y suerte, paz y amor.

¡Feliz Navidad! En A Coruña, también.

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