Hace frío en invierno. Por José Manuel Dapena Varela

por José Manuel Dapena Varela

Abogado

No sé si tenéis el gusto (o el disgusto) de conocer en persona a Perogrullo. A mí no me lo presentaron formalmente, aunque no dejo de constatar que de perogrulladas está el mundo lleno. Cada vez más, por lo que observo. Ha resultado ser un personaje prolífico, ubérrimo, en obras y en imitadores. Con la particularidad de que existen imitaciones que superan al original: increíble, pero cierto. Nos acechan y nos bombardean diariamente con declaraciones superfluas, con verdades evidentes que el interfecto declarante pretende que se graben en piedra, cuales sapientísimas proclamas para la posteridad.

Yo no pretendía hablar de Perogrullo, pero las cuatro palabras que anteceden al texto me han llevado a la perogrullada. He sucumbido y aquí dejo dicho: hace frío en invierno (aunque las florecidas camelias del Castillo de Sotomayor me quieran llevar la contraria).

Me puse a escribir para hacer entrar en calor los dedos, ateridos tras un tiempo por la calle, de peatonales gestiones, con la mascarilla de improvisada bufanda. ¡Qué frisquíbiris! Ya lo anunciaban los Stark de Invernalia (ese mundo fantástico creado por  George R.R. Martin en “Juego de Tronos”): llega el invierno.

En A Coruña, con tres o cuatro grados de temperatura ambiente estamos congelados. Es lo que tiene vivir a nivel del mar y en estas latitudes: acercarnos a 0º nos deja tempanitos. Y si el viento sopla, ni te cuento. Motivo de cachondeo, sin duda, para quienes campean en su día a día con dígitos bajo cero, rodeados de hielo y nieve. Cada uno y sus circunstancias.

La falta de precipitaciones ha impedido en gran medida hasta ahora que el frío, en este entorno donde resido (ampliando el círculo a distancias autonómicas), se traduzca en paisajes nevados. Disfruté ocasionalmente de una de esas nevadas Camino de Santiago adelante, en Paradela, rumbo a Portomarín. Me apetece más. Tengo ganas de pasarme por O Cebreiro o por O Courel con nieve en los prados y un caldito en el estómago. En tema de estaciones me inclino por las perogrulladas: calor en verano, frío en invierno. Al pan, pan; al vino, vino. Y el chocolate caliente, espeso. Ya si de “Bonilla” o de “El Timón”, es otro capítulo. Un caluroso saludo.

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