Decía mi madre… Por José Manuel Dapena Varela

por José Manuel Dapena Varela

Abogado

Decía mi madre que hay personas que viajan por el mundo, pero que el mundo no entra en ellas. Una gran verdad.

El viaje no tiene por qué ser continental o transcontinental para enriquecer el alma, o para pasar sin pena ni gloria por tu vida. El mismo trayecto, insípido y anodino para unos, puede constituir una joya imperecedera para otros. Entra en juego, para uno u otro balance, la mirada, la sensibilidad, las prisas,…., y (ahora) las tentaciones de los smartphones. Me viene al hilo de esto una anécdota en un concierto de un Resurrection Fest, en Viveiro. El cantante del grupo que iba a actuar, tras saludar entre risas y jolgorios al público, advertía con un rugido de voz: «¡Olvidaos de grabar con los p…t…s móviles, h…t…, y disfrutad de la música!«. El recomendable equilibrio entre el grabar para recordar y el grave peligro de no disfrutar así del presente, del directo, de lo que tenemos a nuestro lado.

Tras salir del útero materno, la vida es un viaje, de menor o mayor autonomía, de mayor o menor recorrido. Unas veces nos mueven; otras, nos movemos. Aun parados, el mundo se mueve y nosotros con él. En ese discurrir, siempre hay algún cerril dispuesto a levantar muros en vez de abrir fronteras; a izar puentes levadizos, en lugar de tender senderos.

Os habréis dado cuenta del tiempo verbal que empleé al inicio de este viaje por el folio virtual de la pantalla del ordenador: “decía…”. Hablé de mi madre en tiempo pasado, de recuerdo. Pensé en viajes y pensé en mi madre, como tantas otras veces y por tantos otros temas.

Imagino que mi padre (hombre de mar) debía de contemplar a mi madre como puerto de salida, puerto de llegada, puerto de refugio. Como hijo también entiendo esa conjetural alegoría. Al final, cual Ulises, deseamos todos en el fondo volver a Ítaca, porque cada cual tiene claro que la mejor tortilla “é a da miña nai”.

Ser madre no hace mejor o peor persona; ni no ser madre constituye un desdoro para la mujer que, por opción vital o por circunstancias existenciales varias, no tiene hijos. Sentado esto, si ser padre es la pera, ser madre debe de ser la caña… Todos tenemos una, sea primer domingo de mayo o último de diciembre. Las flores, en vida; decía mi madre…

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