La constante reinvención de un mundo cada vez más digital permite un proceso constante de formación a la ya de por sí considerada generación más preparada de la historia; no obstante, algunos aspectos como el tratamiento de los datos se antojan fundamentales para el correcto y tranquilo funcionamiento de nuestro proyecto
En una creciente dinámica de oportunidades y ventanas abiertas al aprendizaje, el mercado laboral se nutre de la que se ha dado en llamar la generación más preparada de la historia, un concepto que pero el mero sentido de la misma se renueva precisamente con cada nueva generación. Ello debería o debe ser un incentivo para la contratación, además de un seguro para las empresas, que a su disposición ponen potencial humano cada vez más apto para atender a sus necesidades y resolver los compromisos laborales.
Sin embargo, en un mundo 2.0 con interconexiones constantes y bajo la dictadura de la reinvención, el aprendizaje es tan volátil y necesariamente renovable y renovado que obliga a adquirir nuevos conocimientos de forma exprés, casi sin tiempo para haber aplicado los últimos.
Los cursos bonificados online resultan, por ende, una solución fundamental para no quedarnos atrás, y que tampoco nuestro personal lo haga. La relación que se establece en los mismos resulta de un absoluto e incuestionable beneficio mutuo: resultan completamente grauitos para el trabajador, que a cambio absorve conocimientos fundamentales, mientras que para el empleador la ventaja, más allá de un personal más preparado, pasa por la posibilidad de restar el valor total de los mismos a las cuotas de la seguridad social.
Una característica decisiva y definitoria de los cursos bonificados online pasa precisamente por esa última palabra. Y es que el trabajador que los realiza solamente necesitará de un equipo informático y los completará desde su propia casa, de manera cómoda, interactiva y que facilite la asimilación de los conceptos.
Cada vez que nos referimos al mundo online, no obstante, se antoja decisiva la protección de los datos que fluyen por la red. Es decir, contratar protección de datos para empresas puede ahorrarnos un buen marrón en el manejo de la información y el tratamiento adecuado de la misma. La correcta adaptación a la ley de protección de datos es obligatoria y lo contrario acarrea o implica sanciones administrativas.
También debe entenderse la protección de datos como un servicio a nuestros propios clientes a la hora de realizar sus operaciones, ya que garantiza la seguridad de cualquier dato personal recogido a través de la web, lo que atañe a formularios de contacto, inscripciones, etcétera.