México podría no cumplir con sus objetivos establecidos para la reducción de las emisiones de CO2 debido a los cambios regulatorios que desincentiva la generación mediante energía renovable, tal y como acaba de explicar Cofece (Comisión Federal de Competencia Económica) en su informe trimestral.
El objetivo inicial suponía que el 35% de la generación eléctrica mexicana tenía que proceder de fuentes limpias para 2024. Sin embargo, Cofece apunta que apenas se alcanzará el 29,4% en esa fecha.
Y estas previsiones pueden quedarse cortas, explica Cofece, porque están basadas en un escenario anterior al de la reforma del sector energético que reduce aún más la participación de las renovables no convencionales. Esta nueva reforma política beneficiaría a las empresas estatales Pemex y CFE sobre sus competidores privados.
Por lo tanto, invertir en acciones de empresas del sector energético mexicano es complicado, dado que el gobierno viene regulando a favor de las empresas estatales. Así, no resulta demasiado interesante invertir en empresas energéticas en México, ni siquiera buscando entre la lista de las diez mayores empresas de energías renovables, que te puedes encontrar en las redes sociales de algunos brokers.
Un gobierno poco favorable a las renovables
Las razones que esgrime Manuel López-Obrador para favorecer a las empresas públicas que se basan en la generación mediante hidrocarburos frente a las empresas privadas que apuestan por la generación limpia, son el carácter intermitente del viento y de la luz solar, así como el peligro que supondría para la estabilidad del sistema.
El plan estatal 2021-2025 no contemplaba nuevos proyectos renovables en México y de las siete centrales previstas hasta 2024 había seis de ciclo combinado (gas natural) y una de turbogas.
Y es que el gobierno de México apostaba por multiplicar la producción de petróleo. Apostaba decimos, porque ya ha reducido este mismo año el objetivo de producción para el sexenio, de unos 2,6 millones de barriles diarios para 2024, a dos millones. Además, la compañía paraestatal CFE también ha sorprendido al mercado con unos planes para invertir unos 1.000 millones de dólares en la modernización de 14 centrales hidroeléctricas.
Pese a estos cambios, el gobierno de México ha sorprendido al mercado anunciando que va a construir la octava planta solar más grande del mundo en el Estado de Sonora, al norte del país. Allí invertirá CFE unos 1.685 millones de dólares.
Esta deriva ambientalista de un gobierno claramente pro-hidrocarburos sorprende a todos, sobre todo a los expertos, que han puesto en duda la viabilidad o idoneidad de un proyecto con capacidad para generar 1.000 MW en un mercado donde se generan hoy unos 7.000 MW, en su inmensa mayoría a través de empresas privadas (CFE solo tenía una capacidad de 6 MW a diciembre de 2020).
Nadie duda de la idoneidad del Estado de Sonora en cuanto a horas de sol -ya concentra cerca del 20% de la fotovoltaica mexicana- pero es que se trata de unas de las zonas con mayor congestión eléctrica del país. Esto implica que el estado produce más de lo que consume, pero también de lo que transporta a otros estados.
Por lo tanto, costaría mucho tiempo amortizar la inversión allí porque la congestión obligaría a vender la electricidad a bajo precio, frente a las ventajas de otras regiones como Baja California, Yucatán o El Bajío, tal y como apuntan algunos brokers expertos en el sector renovables.
Otra cosa, dicen los expertos, es que se invierta en infraestructura de transmisión desde Sonora que permita que el Estado venda esa congestión eléctrica a otros estados. López-Obrador ya canceló una licitación para una línea de interconexión con la región de Baja California de 11.000 millones de dólares.