Abogado
“Feliz Año”, se dice con insistencia estos días postreros de 2021 (postreros y bien postreros: los dulces navideños acumulados en las despensas parece que jamás se acaban… jjjj). Me gusta muy especialmente ahora expresar ese deseo a todas las personas conocidas con las que me cruzo o encuentro: “Feliz Año Nuevo”. No lo digo con carácter ritual o rutinario, sino como vivo y sincero deseo. Necesitamos, de modo individual y colectivo, un 2022 feliz, un buen 2022. Por fin, un buen año.
Hace doce meses no recordaba (hasta donde alcanzaba mi memoria) mayor anhelo comunitario por pasar la hoja del almanaque del 2020 y dar entrada al nuevo año: el 2021. Muchas esperanzas depositadas en él. Pensaba, en aquel tiempo, que pocas veces un Año Nuevo tenía más fácil superar las expectativas del precedente y abrir una puerta a la esperanza: tanta paz llevase 2020, como dolor dejaba atrás.
Percibo (y mi percepción puede ser errónea) que la esperanza que abría las puertas al 2021 ha sido sustituida por una mezcla de suspicacia, escepticismo, hastío o desencanto para recibir al 2022. La fatiga mental acecha sin descanso y hace presa.
El 31 de diciembre de 2020 pensábamos (mayoritariamente) que, pasados unos meses, merced a las vacunas, se levantarían o suavizarían las barreras epidemiológicas y que, de modo paulatino, el 2021 sería un año “disfrutón”, un tiovivo festero. Teníamos muchas celebraciones acumuladas pendientes: simples comidas o cenas, cumpleaños, aniversarios de boda, graduaciones…, un sinfín de entrañables encuentros cancelados. Imaginábamos, optimistas, que iban a faltar días en el calendario, u horas en los días, para recuperar tanto festejo. Y aquí estamos, a ojos vista del 31 de diciembre de 2021, con las mascarillas puestas (¡incluso en exteriores!, según las últimas prescripciones normativas) y sin fiestas-jolgorio en esta próxima Nochevieja.
“La culpa la tiene el no haber celebrado un San Juan en condiciones”, me decía un amigo hace poco entre risas irónicas. Bien sabemos en Galicia que las Meigas, haberlas, haylas. Y el 2021 se ha dado de bruces con todas ellas. Los meigallos del 2020 revolotearon en sus escobas durante el 2021, sin pausa. Y ahí siguen.
Se precisa un aquelarre colectivo, una catarsis comunitaria, un fuego purificador: ¡lume!, ¡lume! A falta de hogueras, sugiero queimadas: unas lumeradas de andar por casa; con los conjuros adecuados, por supuesto.
A la tradicional relación de buenos propósitos por estas fechas y a la enumeración de asuntos pendientes (que no son pocos, ni nimios), observo (y animo a su elaboración y ejecución sin falta) listados con rituales o prácticas para invocar la buena fortuna y entrar con buen pie en el nuevo año. Haberlas, haylas; así que, por si acaso, que no se omita ninguno.
Hace pocos días incorporé a mi playlist de canciones una sobre gente luminosa, la que siempre está ahí, la que gusta tener cerca, bien cerca. Aproveché para recordar (y sonreír de paso al escucharlo) un tema de Manolo Tena de 1992: “Tocar madera”. ¿Conocéis la letra?:
“Si es noche de luna llena, / Tijeras abiertas en la mesa/
Si se cruza un gato negro, / O se te rompió el espejo /
Si no es por superstición / Puede ser por precaución /
Pero de todas maneras…
¡Tocar madera! / ¡Tocar madera! / ¡Tocar madera! / ¡Tocar madera!
Con la escalera y el trece / Mejor no tientes a la suerte. /
Si alguien viste de amarillo / Cruza los dedos, sabes cómo te digo
Si no es por superstición / Puede ser por precaución/
Pero de todas maneras…
¡Tocar madera! / ¡Tocar madera! / ¡Tocar madera! / ¡Tocar madera!
Si te marchabas de viaje, / Y alguien nombra lo innombrable /
Mejor deshaces tu equipaje…
¡Tocar madera! / ¡Tocar madera! / ¡Tocar madera! / ¡Tocar madera!
Cuando es viernes, cuando es martes / No te cases, no te embarques /
Si alguien te mira mal, / Si alguien tira la sal /
Y no es por superstición, / Ni miedo a la maldición, /
Pero de todas maneras…
¡Tocar madera! / ¡Tocar madera! / ¡Tocar madera! / ¡Tocar madera!
(…)”
La canción es de hace treinta años, pero no está de más recordarla para el 2022. Por lo tanto, ya sabéis para esta Nochevieja: “Meigas fóra”. Si no es por superstición, puede ser por precaución… jjjj
Con rituales o sin rituales, de todo corazón y con una sonrisa:
¡¡FELIZ AÑO NUEVO!! ¡¡FELIZ 2022!!
Nos lo merecemos.