Vienen de todas partes del mundo para, por las más diversas razones, sumergirse en el Camino. Es un Camino hecho de esperanza, que llena a todos y cada uno de una nueva vida. Con mochila a la espalda, estos peregrinos de Santiago pintan los caminos, lugares, aldeas, pueblos, ciudades y cerros. Son personas en búsqueda y que encuentran en cada persona que encuentran algo que les ayuda a completar cada paso.
El silencio, si se le da espacio, habla en el corazón de cada uno. Son momentos únicos, donde los sonidos de la naturaleza, o de una respiración más profunda, recuerdan la vida, aumentando en el seno de cada uno la voluntad de vivir un poco más.
Al ritmo del palo, o de uno u otro tropiezo ocasional sobre una piedra o una raíz, el peregrino sigue el Camino ya recorrido por muchos y, por muchos, aun por recorrer. Al contrario de la vida común, a veces hay ganas de tener algunas piedras en el camino, nos recuerdan las dificultades, pero sobre todo ayudan a superar dificultades mayores como caminos llenos de barro, o un pequeño curso de agua.
Llegada como punto de partida
Una gran mayoría de los peregrinos comienzan su peregrinaje con un propósito serio al que esperan llegar a una respuesta. La misión es diaria, al final de cada día es el tiempo de revisión para que el día siguiente sea diferente. En cada uno hay una fuerte esperanza, que le lleva a superar los dolores y sacrificios propios del Camino.
La meta es Santiago, pero también es el comienzo de una nueva vida. Es el deseo más profundo y sirve de base para el diálogo diario con este Santo, que anima y acompaña a cada peregrino que se presenta en el Camino. El Camino realizado desde la perspectiva de la peregrinación, hace que cada peregrino se deje abandonar, entregándose al entorno que le rodea para poder escuchar a Dios, que nos habla a través de los signos.
La escucha profunda predispone al corazón a abrirse a la humanidad, y es por eso por lo que los peregrinos más que simplemente desean «¡Buen Camino!». Implícito en este simple saludo está el deseo de toda una vida, comenzando allí mismo, incluso si eres un extraño. Este es un signo de humanidad genuina. No hay nacionalidades, opciones políticas o incluso intereses particulares. Son todos para todos. Después de Reconciliado, durante la gran celebración en torno a la misma Mesa – el Altar, con todos, escucha el canto que acompaña al vaivén del Botafumeiro, que lo conmueve desde las entrañas. ¡Le hace temblar! Se generó el cambio, basta seguir en la vida después del abrazo universal, que se le dio a Santiago. La Vieira, uno de los símbolos que acompaña al peregrino de Santiago, con su forma especial como que envía a cada peregrino al mundo para vivir la misión especial que se ha confiado a él.
¡Buen Camino!