Durante las obras se ha hallado un viaje de agua que conducía a una noria anterior al parque y los contrafuertes originales de la bóveda
La ciudad de Madrid acaba de recuperar uno de los tesoros históricos más populares de los Jardines del Buen Retiro: la montaña artificial levantada en el siglo XIX por el rey Fernando VII, conocida como La Montaña de los Gatos por haber sido en el pasado espacio habitual para las colonias de felinos que poblaban este enclave de la capital. Ahora, tras ocho meses de trabajos y una inversión de 2,1 millones por parte del Ayuntamiento de Madrid, ha recobrado su esencia original y tanto madrileños como turistas podrán volver a visitar este espacio que permanecía cerrado al público desde hace dos décadas.
El alcalde de Madrid, José Luis Martínez-Almeida, ha visitado este punto emblemático de El Retiro para comprobar el resultado final de las actuaciones llevadas a cabo para la recuperación integral de este enclave, “uno de los lugares más icónicos de la ciudad”, y ha señalado que esta obra, de la que ha destacado su paisajismo, los espacios expositivos y la cúpula de cristal que permite ver el interior, “complementa un lugar como El Retiro, Patrimonio Mundial de la Humanidad, lugar de esparcimientos para los madrileños y un pulmón verde de la ciudad”.
Situada junto a la confluencia de la calle O’Donnell y la avenida de Menéndez Pelayo, la montaña fue concebida como un capricho de jardín de carácter arquitectónico, aunque el principal uso que se le dio hasta su cierre en 2004 fue el de sala de exposiciones. Ahora, con su reapertura, los visitantes podrán disfrutar del conjunto de la zona ajardinada y de la estructura exterior reformada, además de una muestra que acogerá desde este mismo miércoles el espacio abovedado interior. Esta exposición temporal permitirá conocer la historia de la Montaña de los Gatos, así como el detalle de los trabajos que se han llevado a cabo para su recuperación integral. La muestra estará abierta de 11:00 a 13:00 horas y de 18:00 a 20:00 horas.
El alcalde ha estado acompañado en esta visita por el delegado de Urbanismo, Medio Ambiente y Movilidad, Borja Carabante, y el delegado de Limpieza y Zonas Verdes, José Antonio Martínez Páramo.
Las principales actuaciones: humedades, cascadas e itinerario interior
El interior de la montaña consta de un espacio abovedado de planta circular abierto con un óculo superior del que nacen cuatro galerías abovedadas que discurren por el interior del cerro artificial. El primero de estos pasillos, dispuesto en el eje perpendicular a la calle O’Donnell, hace las veces de acceso. Los otros tres nacen desde el espacio interior, avanzan bajo la montaña en direcciones opuestas hacia los estanques del perímetro en busca de la caída de agua de las cascadas exteriores.
Fotos: Ayuntamiento de Madrid
Uno de los objetivos prioritarios de estos trabajos era el tratamiento y la eliminación de las humedades producidas por filtraciones registradas en el interior de la sala y en la bóveda de la propia montaña. Para ello se ha mejorado su cubrición, teniendo en cuenta que en el momento de su construcción fue ‘enterrada’ con tierra y vegetación para crear sobre ella la montaña artificial. En lo que afecta a la bóveda, se ha respetado la construcción original, lo que ha implicado mantener su volumen, de 14 metros de diámetro y 11 metros de altura.
La montaña cuenta con una serie de pequeños senderos ajardinados ascendentes rodeados perimetralmente de un conjunto de estanques sobre los que vierten tres cascadas artificiales dotadas de un sistema hidráulico de recirculación. En este punto, se han llevado a cabo varias actuaciones. En primer lugar, se han recuperado las cascadas y las láminas de agua, al tiempo que se ha llevado a cabo una adaptación de las zonas arbustivas y del patrimonio vegetal.
Dentro del propósito de devolver el espíritu original a este espacio, además de la estructura también se ha restaurado el trazado interior de la montaña y se ha renovado el firme de los caminos que integran este recorrido. En lo que concierne a los elementos patrimoniales del conjunto, se han consolidado y revalorizado.
Asimismo, se ha procedido a la renovación de las instalaciones de iluminación y de la red de riego, que se ha adaptado a la nueva vegetación. Finalmente, y como resultado de todo ello, la percepción visual que se tiene del parque desde la plataforma superior de observación se ha mejorado notablemente, lo que supondrá un aliciente más para su visita.
Hallazgos: una galería de agua y los contrafuertes de la bóveda
Al margen de los trabajos de recuperación, durante la realización de estas obras se han producido hallazgos arqueológicos relevantes que incrementarán aún más el interés y el valor de este espacio. En concreto, se ha encontrado un viaje de agua que conducía a una noria, anterior a la construcción del parque, unos restos arqueológicos que van a quedar a la vista de los visitantes a través de una pantalla de cristal. Los viajes de agua conformaban el sistema utilizado hasta mediados del siglo XIX en Madrid para la distribución de agua a través de una gran red de galerías subterráneas.
Fotos: Ayuntamiento de Madrid
Junto a ello, también han aparecido los contrafuertes originales que han sujetado la bóveda desde su construcción y parte de ellos también permanecerán descubiertos a partir de ahora, con el fin de que puedan ser contemplados por el visitante a través de un cristal.
Cerrado y vallado desde 2004
Fue en 2002 cuando el espacio abovedado interior de la montaña acogió su última exposición. Desde entonces, no ha tenido ningún uso ni se ha permitido el acceso debido a los riesgos detectados en su estructura y que podían afectar a la seguridad. No en vano, en 2004 comenzaron a registrarse desprendimientos en su interior. Se cerró entonces la zona reservada a las exposiciones y posteriormente, en 2005, se procedió al vallado de todo el conjunto.
Un estudio realizado por la Dirección General de Gestión del Agua y Zonas Verdes, dependiente del Área de Medio Ambiente y Movilidad, llegó a la conclusión de que la instalación no era segura para el acceso del público. La razón, unas filtraciones de agua que se producían en su interior.
Coincidiendo con el 150 aniversario de El Retiro, se convocó en 2018 un concurso público para la rehabilitación del espacio. Este proceso quedó desierto, lo que impidió la reactivación del espacio. Hasta que, en mayo del pasado año, el Gobierno municipal autorizó en Junta de Gobierno un contrato para la ejecución de las obras que arrancaron el pasado mes de octubre y ahora han finalizado.
Un capricho de Fernando VII
La Montaña Artificial o de los Gatos es uno de los caprichos que el rey Fernando VII promovió en el Reservado del Parque del Retiro, la zona que delimitó para su real disfrute y el de su familia y sin acceso público.
Las obras se iniciaron en 1817. Fue nombrado director de este jardín romántico Bernardino Berogán, incluyéndose en su perímetro esta montaña cubierta de vegetación diversa y coronada su cima por un templete, ya desaparecido, que servía de observatorio. Este templete, de rasgos orientales estaba configurado por tres torres, una central de planta octogonal y dos cilíndricas en los extremos, unidas por una arquería. La parcela en la que se levantó se extiende desde la esquina noreste de los jardines, en la entrada de la Puerta de O’Donnell, hasta los parterres colindantes y la Casita del Pescador. Berogán proyectó otras edificaciones en el parque, construidas por el arquitecto real Isidro González Velázquez, como la propia Casita del Pescador, la Casa del Contrabandista, la Casa del Pobre, la Casa Rústica, la Pajarera, la Casa de Fieras o el Embarcadero del Estanque Grande.
La ría y el estanque que se encuentran a sus pies, originariamente contaron con peces y gansos, y la parte superior de la cascada estaba coronada por la cabeza de un león de yeso. Esta construcción fue bautizada por los madrileños de la época de diferentes formas a la Montaña Rusa, El Tintero, por la forma que tenía vista desde lejos, o de los Gatos ya que durante un tiempo era el lugar en el que la gente se deshacía de sus gatos convirtiéndose en hogar de los felinos callejeros.