Por muy imprevisible que sea la política hay situaciones para las que sirve el dos más dos son cuatro o, en lenguaje gastronómico de alto nivel, lo de las «habas contadas».
Soy de los que piensan que todo lo que está haciendo el rey en relación con la investidura lo podría hacer Armengol, y mejor. Y también, aunque esto sea cosa de la LOREG, que defiendo la elección por sufragio universal de las presidencias de los parlamentos. Está en construcción, pero algo se puede ver en www.sistemaselectorales.es un lugar para ese debate nacido en Mallorca.
Armengol lo haría muy bien porque cualquier conversación siempre es mejor entre iguales, y ella sí que está sometida, como usted y como yo, es decir, como todos excepto Felipe VI, al 14 de la Constitución, por lo que nunca hablaría con los líderes de los grupos parlamentarios desde la insalvable distancia que existe con quien, aprovechando que el Pisuerga pasa por Valladolid, podría marcarse un «Rubiales modelo beso en la boca abusador y asqueroso» en cualquier momento, pues ningún juez se atrevería a juzgarlo.
Y si alguien osara pedir su dimisión, digo abdicación, Felipe VI le diría que «no es el momento». Pregunte a Carmen Calvo escribiendo el nombre de la ex vicepresidenta y la palabra «inviolabilidad» en su buscador favorito.
Volviendo a lo nuestro, sé que Armengol tendría más éxito que Felipe VI porque a sus «audiencias» sobre la investidura nunca faltaran tantos, cuatro de once a la última ronda con el de La Zarzuela. Es más, quizás no tendrían ni que celebrarse hasta que algún candidato hubiera conseguido una mayoría suficiente.
Y hablando de habas contadas, ha recibido Feijóo el encargo de la investidura, lo que me hace pensar que a Felipe VI le «conquistó», cosa normal en alguien como él, la muy cutre maniobra de Abascal, que dos días antes de acudir a la audiencia en Zarzuela «retiraba» el apoyo de Vox al PP para restablecerlo sólo ante Él, sobre quien no puedo dejar de pensar en modo MASUFA (artículo 62.h de la CE/78), pues no paran los recuerdos de un currículum tan sembrado de intrigas y golpes de Estado como el de los borboneadores españoles, ahora que la princesa está haciendo la «mili» y su papá se estará preocupando mucho por ella y por quienes la rodean.
Así que las habas a contar son escasas.
Si Feijóo fracasa, también lo hará Felipe VI por encargar la investidura a alguien que le convenció de unas posibilidades que no tenía.
Y si Feijóo conquista La Moncloa solo podrá ocurrir en dos escenarios:
Uno, el resultante de haber comprado los votos de varios «tamayos» en el PSOE o en otros partidos, cosa que le habría insinuado lo bastante para convencer a un rey que quizás ya no recuerda quién es Silvia Intxaurrondo, probablemente una de las personas más decisivas de la reciente historia de España.
Y el otro escenario que podría servir sería un Feijóo disfrazado de defensor de la unidad de España, pero a negociar, con tal de conseguir los votos de periféricos como el PNV o Junts, que seguro que el ya candidato aún no le ha enseñado a Felipe VI, ni tampoco a su socio Abascal, esa grabación del 12 de octubre de 2017 que en los últimos días circula mucho y en la que el entonces presidente de Galicia respondía a las preguntas de un periodista de RNE:
Periodista: «¿Puigdemont ha declarado la independencia?»
Feijóo: «Si, la ha declarado».
Periodista: «Si se encontrase con él, ¿qué le diría?»
Feijóo: «Oye, rectifica. Que podemos dialogar, que podemos pactar y seguimos trabajando».
Una pena que ya entonces Feijóo contara tantas mentiras, pues no creo que haya un solo español que no sepa que Puigdemont cumplió de sobra el deseo que le hubiera transmitido Feijóo: la República Independiente de Catalunya duró exactamente 18 segundos por decisión de su entonces president y que, en tanto que Feijóo no intentó que Rajoy, ni después Sánchez, hicieran lo que él dijo que haría, hoy es un exiliado con tanto poder, gracias a las urnas españolas, menuda paradoja, que aquí ni dios se atreve a mover medio músculo que pueda molestarlo.
Definitivo: Silvia, firme como una roca, tenía razón, pero Felipe VI le ha encargado lo de intentar el único gobierno que le importa a un embustero.
Un día escuché a un juez reconociendo en público que quienes comparten secretos con alguien que disfruta de cierto privilegio medieval tiene muchas posibilidades de sentir el maravilloso contagio de la impunidad.
¿Será por eso que algunos y algunas siguen queriendo visitar al rey de la Zarzuela?