El reloj vuelve a París y ojalá pronto a la Avenue Marceau. Por Iñaki Anasagasti

por Iñaki Anasagasti

En 1988, Faustino Pastor Basurde un veterano gudari que quedó como guardián de la Delegación del Gobierno Vasco en París cuando en diciembre de 1979 volvió el Lehendakari Leizaola del exilio, me llamó diciendo que temía por los enseres que habían quedado en la Delegación y que corrían el riesgo de perderse si alguien no los recogía.

La víspera del Aberri Eguna de ese año fui con Peru Ajuria a París. Peru conocía como nadie la Delegación porque los fines de semana no faltaba de visitarla y hacer vida en ella. Trabajaba en las oficinas de la empresa Tecnich pero en sus ratos libres y vacaciones era uno de los colaboradores de aquella representación en la Rue Singer.

Cargamos el coche con percheros, cajas, documentos, murales, lámparas y mil detalles que de no haber ido nosotros ante el llamamiento de Basurde, no sé dónde hubieran acabado. Y entre estas cuestiones, en una esquina, sobre un mueble ad hoc se encontraba un reloj, precioso de bronce, con una base de mármol muy pesada.

Aquella pequeña joya era un reloj que por haber estado en la primera Delegación, en la Av. Marceau y posteriormente en la Rue Singer, pertenece al Gobierno Vasco. La carencia de un Museo Nacional y los distintos llamamientos que hicimos para su ubicación han terminado en la entrega este miércoles a Gorka Álvarez, director para la Comunidad Vasca del Exterior, estando presente Koldo San Sebastián, meritorio y constante notario durante cuarenta años en recuperar historias y la gran historia del exilio y la dictadura.

El reloj volverá, pues, a la nueva Delegación del Gobierno Vasco, que se abrirá en París el año que viene. Donde estuvo, estará, como testigo mudo de tantísima historia tras su paso por un relojero que lo ponga en hora.

Fue una gran satisfacción para todos y de ahí esta reseña.

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