AlejandraPlaza.Frankfurt. El talento gallego no conoce fronteras y Borja Varela Charlín es un ejemplo vivo de ésto. A sus 28 años, este joven gallego se embarcó en una emocionante aventura en la ciudad alemana de Fráncfort en noviembre de 2018. Borja, de madre laxense y padre pontecesán, llegó a Fráncfort con el propósito de ejercer su vocación como trabajador infantil, cuidando y educando a niños de 0 a 3 años. Sin embargo, lo que hace especial a Borja es su capacidad para combinar dos pasiones aparentemente dispares: los niños y la música techno. Su viaje a Alemania, como muchas aventuras, comenzó con un desafío. Aunque inicialmente el idioma, el sistema educativo y el nuevo país le presentaron obstáculos, Borja se adaptó con determinación. Trabajó con niños pequeños, siendo el único hombre en su equipo, y donde siempre se sintió respaldado por sus colegas. Encontró su lugar en la vida y se considera afortunado por aprender y crecer cada día en este trabajo que lo llena de satisfacción y que sigue desarrollando a día de hoy pero en Berlín, la meca de la música electrónica y el techno. La música es la otra gran pasión de Borja. Su amor por la música electrónica y el techno comenzó a una edad temprana, influenciado por la colección musical de su padre y la escena musical que descubrió en Salamanca. Su interés se convirtió en una pasión ardiente, y finalmente, en su proyecto musical personal llamado Borvac. El nombre es un juego de palabras que fusiona su nombre, Borja Varela Charlín. El techno tiene un significado especial. Para la joven promesa musical, es una experiencia emocional profunda, especialmente cuando se mezcla con vinilos, le permite tocar con las emociones de la audiencia y crear un viaje sonoro que transporta a la gente a otra dimensión.

El sentimiento de morriña, tan arraigado en la cultura gallega, no le afecta profundamente. La distancia le permite apreciar aún más a su familia, amigos y la gastronomía, la cultura, las tradiciones y los paisajes de su tierra natal.

Los padres de Borja, Suso y Sandra, son figuras muy queridas y reconocidas y su local, el bar O Cruce de Ponteceso, se ha convertido en un auténtico icono en A Costa da Morte, un lugar excepcional que marca el inicio de la famosa Ruta de los Faros y que también sirve como una verdadera galería de arte, donde se exhiben las creaciones más destacadas de los talentosos artistas locales. Estos padres se sienten inmensamente orgullosos de los logros de su único hijo, quien ha destacado en diversos aspectos de su vida pero también experimentan una profunda añoranza por él, ya que, su ausencia se hace sentir de manera intensa. Su amor y apoyo son inquebrantables. Aunque la distancia pueda separarlos, el vínculo que los une sigue siendo fuerte y sólido y Borja, aprovecha cada oportunidad que se le brinda para volver a casa y sorprenderlos con su visita.

Con un corazón lleno de notas y ritmos, ha regresado a su querida Galicia y a diversos puntos de España para ofrecer una serie de actuaciones. Su música es una mezcla de emociones, melodías y ritmos que conectan con las almas de quienes tienen el placer de escucharlo. No importa dónde se encuentre, su pasión por la música lo impulsa a compartir su arte con todos aquellos que desean sumergirse en un mundo de sonidos fascinantes. Su energía, talento y dedicación se reflejan en cada actuación, haciendo que el público se sumerja en un viaje sonoro único y apasionante. Borja Varela Charlín es un ejemplo de cómo la pasión y la determinación pueden abrir oportunidades en cualquier parte del mundo. A través de su trabajo con los niños y su proyecto musical, ha encontrado su camino en Alemania y está dejando una huella en la escena musical europea. Su historia nos recuerda que seguir nuestras pasiones puede llevarnos a lugares inesperados y emocionantes y, cómo no, al cariño del hogar familiar también.