A estas alturas se puede afirmar que Sánchez ha conseguido que pasara el tiempo suficiente como para que sea imposible aprobar la amnistía con todas las de la ley, y que sí o sí otros la van a recurrir ante los tribunales, antes de la fecha límite para evitar la repetición electoral en caso de que haya diputados que sientan que el presidente en funciones se ha burlado de ellos y decidan negarle su apoyo el día de la investidura.
Por tanto, Sánchez, con la inestimable ayuda de un Feijoo que ha centrado todos los focos en una palabra que maldice pero que ha pronunciado muchas más veces que quien se beneficiaría de ella, está consiguiendo volver contra Puigdemont el «prepago» que le impuso para seguir en la Moncloa.
Resumiendo, se trata de un duelo entre para determinar quién se arruga primero, sin descartar que los de ERC se sumen a los de Junts si no hay investidura, ni tampoco que los de Feijoo decidan conceder a Sánchez la investidura más envenenada de todas. A este respecto, conviene recordar que Rajoy no duró ni dos años en Moncloa tras conseguir que los socialistas que expulsaron a Sánchez de Ferraz no votaran en contra de su investidura.
Y de no ser elegido presidente estaríamos, para gozo de Sánchez, ante la campaña electoral más presidencialista de todas, pues él se presentaría como víctima solidaria con millones de personas obligadas a repetir votación, porque los demás no se fiaron de que haría algo para lo que, cuando lo propusieron, no había tiempo de dejarlo bien hecho, aunque él no dijo que no desde el principio.
Acto seguido inundaría la nueva campaña con las promesas que cumplió desde que derrotó a Rajoy en 2018 y que podría aderezar con las incumplidas por todos los demás, desde Feijoo hasta los Junqueras y Puigdemont, pues nadie es perfecto y una adecuada selección de contenidos siempre ayuda a sacar los defectos de los adversarios.
Estaba pensando en estas cosas cuando, de repente, apareció el expresidente Zapatero diciendo lo de que «si hay que cambiar de opinión, se cambia», y acto seguido me puse a pensar en que una cosa son las opiniones y otra las decisiones.
Por ejemplo, el día 1 de octubre de 2017 Pedro debió escandalizarse tanto al ver por la tele la violencia ejercida por las fuerzas represivas del Reino de España contra los pacíficos votantes catalanes que ordenó a su fiel Margarita Robles anunciar una recusación parlamentaria contra la vicepresidenta Soraya Sáenz de Santamaría.
Pero poco después se supo que la anunciada propuesta de recusación nunca se presentaría.
Aquello sí que fue un cambio de opinión, y muy relevante, pues no recuerdo que diera explicaciones, y todo son especulaciones sobre si fue por el discurso de Felipe VI del 3 de octubre, pues no puedes salir valorando positivamente ese discurso y, al mismo tiempo, criticar lo que el discurso no ha criticado. Otros dicen que recibió presiones de barones y otros dirigentes del PSOE. Probablemente hubo de ambas cosas.
En cambio, lo de la amnistía no es un cambio de opinión. Simplemente no ha ganado las elecciones por mayoría absoluta y necesita votos para conseguir la presidencia.
Ante esta tesitura, si yo fuera Puigdemont o Junqueras, o ambos al mismo tiempo, le daría la vuelta a la difícil coyuntura en la que Sánchez les ha sabido colocar mientras se limitaba a mirar el reloj entre viaje y viaje para ir resolviendo los problemas del mundo desde la presidencia de turno, y más simbólica que otra cosa, de la Unión Europea.
Le llamaría personalmente y mantendría con él la siguiente conversación:
«Hola Pedro, ¿recuerdas cuando ibas a recusar a Soraya por los excesos policiales el 1 de octubre y después cambiaste de opinión?».
«No me acuerdo bien de aquello», respondería Pedro.
«Pues repasa tu propia hemeroteca. Y otra cosa Pedro, ¿recuerdas también como saliste a declarar que el discurso que tu rey pronunció el 3 de octubre te había sido estupendo, que ni siquiera tuviste la prudencia de esperar a la opinión del IBEX 35 al día siguiente?»
Esta vez Pedro no responde, y remata Puigdemont, en castellano.
«Pues te digo una cosa, Pedro. Si quieres seguir en la Moncloa tendrás que salir por la tele diciendo que has vuelto a cambiar de opinión, y que lo de la policía masacrando a votantes catalanes en un referéndum convocado por su Generalitat nunca se repetirá si tú gobiernas. Y que el discurso pronunciado por tu rey el 3 de octubre contribuyó al enfrentamiento entre catalanes, por una parte, pero sobre todo sirvió para alimentar el odio de los españoles hacia los catalanes. Así, Pedro, con estas palabras o muy parecidas, pero que se entiendan perfectamente. Y no pongas excusas de mal pagador, porque para salir declarando que has cambiado de opinión no hay ningún plazo legal. Ah, y si alguien pide explicaciones le mandas a Zapatero, que ha sido quien te ha animado a comprender que te equivocaste cuando lo del referéndum y que ‘si hay que cambiar de opinión, se cambia’. Todas las veces que sean necesarias. Comprende, Pedro, que me está costando mucho convencer a los cientos de miles de catalanes republicanos e independentistas que fueron maltratados por el Reino de España, pues piensan que no tienen ninguna obligación de liberar de los peligrosos post franquistas del PP y Vox a decenas de millones de españoles que no manifestaron la menor solidaridad cuando los de los piolines golpeaban a votantes que tenían el mismo DNI, por cierto. Por poner un ejemplo. En fin, Pedro, es lo que tiene maltratar si el maltratado resiste. Ahora me siento a esperar con la pantalla de «La Primera» de TV encendida. Que sea antes de, porque después no existe.
Un cordial saludo, de presidente a presidente».