Los nuevos hábitos en el consumo condicionan sobremanera la forma de producir un olor único y diferencial, y al mismo tiempo hacerlo en base a las exigencias del mercado
Pocos aspectos pueden definirse como más personales, característicos o evocadores que un determinado olor y perfume, y es precisamente de ese sello propio del que muchas veces no queremos desprendernos y buscamos realizar una estampa sin parangón y con una especie de copyright propio. Los perfumes ecológicos nacidos en una fábrica de perfumes son uno de los productos más demandados y una de las opciones más eficaces para encontrar nuestra propia personalidad desde la sostenibilidad.
No solamente se trata de ser respetuosos con el medio ambiente, sino de responder a la creciente sensibilidad de los clientes y de la humanidad en general con los productos que compran. Solamente hay que echar un vistazo al tiempo promedio que antiguamente empleábamos en leer las etiquetas y los hábitos actuales de una sociedad cada vez más informada, pero también cada vez más interesada en conocer de dónde, por qué y cómo llegan los productos a la cadena de distribución.
Son las fragancias uno de los productos que más directamente han entrado en la lucha por la sostenibilidad, además de ser pioneros en el empleo de elementos comprometidos con el entorno. De lo contrario, toda una generación como la conocida como millenial descartará automáticamente determinado tipo de productos.
Sin embargo, no se trata de ser respetuosos y sostenibles a la hora de diseñar el producto en cuestión, sino también de hacerlo en la elaboración del packaging o envoltorio donde viene guardado. Es fundamental, además, que la fábrica de perfumes o la marca sea capaz de hacer llegar a los consumidores esa fuerte voluntad de compromiso en las tareas y el proceso de elaboración.
Establecidos todos esos compromisos y necesidades se trata de que algunas empresas especializadas en dar imagen a terceros sean capaces de componer todo ese mensaje que la marca cliente desea transmitir. Y después también convertirla en un olor único, reconocible, característico y con penetración en la clientela.
Producir más de 50 millones de perfumes al año, y hacerlo para miles de marcas que necesitan y buscan un concepto y una diferenciación notable entre sí es un proceso de los grandes artesanos del gremio y de profesionales, a los que se antoja una condición sine qua non para lograr esa penetración en un mercado absolutamente saturado y en el que, sin embargo, es necesario diferenciarse para no caer en la indiferencia o generalidad. Y eso resulta posible únicamente a través de talleres especializados en producir productos selectos para terceros.