En 8 de cada 10 casos de agresiones sexuales en la infancia la víctima es una niña o una adolescente

por Redacción Nacional

Un estudio señala que el número de agresiones sexuales cometidas por más de una persona ha aumentado en los últimos años en más de un 64%. Sin embargo, todavía está lejos de las cifras de agresiones sexuales individuales, representando en 2022 un 4,2% del total

En el marco de la celebración del Día Internacional de la Mujer, que se celebra el próximo 8 de marzo, Save the Children ha presentado Silenciadas, una investigación sobre agresiones sexuales en la adolescencia que muestra cómo la construcción de la sexualidad está marcada por la desigualdad y afecta tanto a las chicas como a los chicos, aunque de manera diferente.  

En 2022 se interpusieron en España 18.731 denuncias por violencia sexual, de las cuales casi la mitad (un 45%) tenía como víctima a una persona menor de 18 años. De estas denuncias, el 82% eran niñas o adolescentes, por lo que ser niña vuelve a ser un factor de riesgo determinante para poder sufrir una agresión de este tipo. 

«Las niñas y adolescentes están condicionadas por los roles y estereotipos de género que van encaminados a que el amor sea el centro, a un canon de belleza difícil de cumplir, a agradar sexualmente y al mismo tiempo vivir la sexualidad de forma reservada. Esto se va construyendo desde la primera infancia con las muñecas, los dibujos animados, los vídeos y programas de televisión, las redes sociales… todos encaminados a conseguir un modelo femenino de belleza y corporal que nunca se acaba de conseguir», asegura Catalina Perazzo, directora de Incidencia Política y Social de Save the Children.   

En cuanto a los agresores, los datos de delitos sexuales cometidos tanto por personas adultas como por personas entre los 14 y los 17 años (edades en las cuales ya hay responsabilidad penal) reflejan que en el 97% de los casos el agresor es un hombre. 

«La masculinidad también está condicionada por la exigencia de los roles y estereotipos de género desde la primera infancia con los propios juguetes y espacios de socialización como el recreo: fuertes físicamente, activos sexualmente, vivir situaciones de riesgo, alejarse de las emociones y con actitudes de control y dominación, que se confunden con protección o incluso con afecto», señala Perazzo. 

La pornografía, profesora de sexualidad 

Save the Children recuerda que el entorno digital es un espacio más en el que la infancia y adolescencia se desarrolla y la pornografía está también condicionando la forma en que niños, niñas y adolescentes se relacionan entre sí. Según el informe Desinformación Sexual de la organización, casi 7 de cada 10 adolescentes consumen pornografía, y de media acceden a los contenidos sexuales por primera vez a los 12 años. Una pornografía que es de consumo masivo online, gratuita e ilimitada y sus contenidos están basados de manera mayoritaria en la violencia y la desigualdad. 

Así, la pornografía muestra aspectos que los chicos y chicas pueden reproducir como la no necesidad de pedir consentimiento o la negativa del mismo por parte de los hombres, la ausencia de métodos anticonceptivos, la estigmatización de los cuerpos y cosificación como objeto de placer de la mujer o el establecimiento de roles desiguales: dominio (chicos) y sumisión (chicas).  

Agresiones sexuales grupales 

Save the Children analiza también en su informe aquellas agresiones cometidas en grupo, ya que son un delito cada vez más visible en la sociedad dada la gravedad de la violencia y la mayor difusión mediática. Según el Ministerio del Interior, el número de agresiones sexuales cometidas por más de una persona, independientemente de su edad, ha aumentado en los últimos cinco años en más de un 64%. Sin embargo, todavía están lejos de las cifras de agresiones sexuales individuales, representando en 2022 un 4,2% del total de delitos denunciados por violencia sexual.  

En lo que respecta a la infancia y adolescencia que sufre estas agresiones, el Ministerio de Interior señala que el perfil de la víctima es el de una niña o adolescente sola, con una edad media de 15 años, cuyos agresores tienen una edad similar, se conocen con anterioridad (aunque sea de forma limitada) y el delito suele cometerse con penetración y violencia.   

«Hemos de tener en cuenta que más de un 10% de las agresiones sexuales múltiples son grabadas o fotografiadas como señal de dominio y a la espera de un reconocimiento del grupo de iguales, lo que muestra de forma clara cómo afectan las nuevas tecnologías e Internet a la forma de relacionarse de niños, niñas y adolescentes», afirma la directora. 

Medidas para combatir este tipo de violencia 

Save the Children recuerda que, tal y como indica la Ley Orgánica de Protección Integral de la Infancia y Adolescencia frente a la Violencia (LOPIVI) aprobada hace ahora casi tres años, es necesario que el Gobierno desarrolle una legislación específica que despliegue medidas de prevención que contempla la ley como la educación afectivo-sexual o en un uso seguro y responsable de las nuevas tecnologías. 

«La pornografía no puede ser la profesora de sexualidad de niños, niñas y adolescentes porque estamos hablando de ficción, no es real. Es como si enseñáramos a conducir a adolescentes con videojuegos de carreras de coches. Por tanto, es fundamental implantar una educación afectivo-sexual desde edades tempranas para que niños y niñas puedan establecer relaciones más sanas y más igualitarias, así como dotarlos de herramientas para que puedan hacer un uso seguro de Internet y las redes sociales», señala Perazzo. 

Además, cuando la violencia ya se ha producido, es necesario que niñas, niños y adolescentes que han sido víctima sean atendidos con las mayores garantías y respetando todos sus derechos. Para ello, Save the Children propone la formación inicial y constante de todos los profesionales del ámbito jurídico y la coordinación de todos los recursos existentes para atender a la infancia víctima, así como a los agresores adolescentes.  

En la atención a los adolescentes que han cometido una agresión, la organización apuesta por intervenir no sólo de forma individualizada con el agresor, sino también con su entorno para una reparación eficaz a largo plazo.    

«Se debe tener en cuenta siempre que, ante casos de agresiones sexuales, tanto víctimas como agresores son niños, niñas y adolescentes. Por tanto, el enfoque de derechos de infancia y adolescencia debe ser el punto de partida en la prevención y en la detección y, una vez ya violencia ya se ha producido, también en la atención», concluye Perazzo.      

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