AlejandraPlaza.Zúrich. El Museo Jurásico de Arte e Historia de Delémont se convirtió en el epicentro de un encuentro cultural sin precedentes, donde las raíces, la tradición y la fraternidad se entrelazaron en una experiencia única. La visita de la agrupación Sementeira de Basel al museo, para disfrutar de la exposición «Taxi-Compostela» y «O Camiño», se transformó en un intercambio cultural enriquecedor con el grupo Galiza Celta de Delémont.
El pasado fin de semana, el museo abrió sus puertas a un evento que trascendió fronteras geográficas y culturales. La exposición «Taxi-Compostela y O Camiño» transportó a los visitantes a los senderos mágicos y espirituales del Camino de Santiago y a los viajes de ida y vuelta de tantos emigrantes gallegos de A Costa da Morte a las tierras del Jura. Para Sementeira de Basel, una agrupación comprometida con la difusión de la cultura gallega en Suiza, esta exhibición representaba una oportunidad invaluable de sumergirse en la esencia misma de sus raíces. Sin embargo, lo que comenzó como una visita cultural se transformó en un intercambio artístico y emocional que sorprendió a propios y extraños. Sementeira de Basel, conocida por su pasión por la música tradicional gallega, compartió lo mejor de su repertorio con los asistentes al museo. El sonido de las gaitas, las percusiones y las melodías ancestrales llenaron el espacio, transportando a todos los presentes a los paisajes verdes y las aldeas pintorescas de Galicia.
Pero la verdadera magia radicó en el encuentro entre Sementeira de Basel y Galiza Celta de Delémont. Dos grupos unidos por una pasión común: preservar y difundir la riqueza cultural de Galicia en tierras lejanas. El intercambio de experiencias, conocimientos y canciones creó un vínculo indeleble entre ambos grupos, demostrando que la música es un lenguaje universal que trasciende barreras y fronteras. Los miembros de Galiza Celta de Delémont recibieron con entusiasmo a sus colegas suizos, compartiendo anécdotas, canciones y bailes tradicionales. Entre risas y aplausos, se tejieron lazos de amistad que perdurarán mucho más allá de este encuentro fugaz.
La música se convirtió en el puente que unió dos culturas aparentemente distantes, demostrando que, en el fondo, todos compartimos una misma humanidad. El Museo Jurásico de Arte e Historia de Delémont se convirtió, así, en un espacio de encuentro y celebración de la diversidad cultural que nos recordó la importancia de abrir nuestras puertas y corazones a la riqueza cultural que nos rodea. Más allá de las diferencias geográficas y lingüísticas, existe un vínculo profundo que une a todas las personas: el amor por la música, la danza y las tradiciones que nos definen como seres humanos. Este encuentro no solo fue un tributo a la cultura gallega, sino también un recordatorio de la importancia de la colaboración y el intercambio cultural en la construcción de un mundo más inclusivo y tolerante.
A través de la música y el arte, podemos superar las barreras que nos separan y celebrar aquello que nos une. En un momento en el que el mundo parece estar más dividido que nunca, eventos como este nos recuerdan la fuerza transformadora de la cultura y el poder del entendimiento mutuo.