La burocracia por encima de las personas. Por Alberto Esparís 

por Alberto Esparis Ogando

“Los funcionarios son como los libros de una biblioteca: los que están en lugares más altos son los que menos sirven.”  Paul Mansson.

No es la primera vez que siento la necesidad de escribir sobre la tortuosa relación del individuo frente al aparato administrativo del estado y sus ramificaciones; cuanto mayor es el número de unidades, departamentos y jefaturas, menos resolutiva para las personas. Recientemente, he vuelto a sufrir la violencia de ese monstruo sin cara, pero plagado de tentáculos perfectamente alineados y adiestrados para complicarle la vida a la ciudadanía, y de qué manera. El timo de la ley de protección de datos se encarga del resto. 

-“el estatismo circula en sentido contrario a lo que promulga:resolverle los problemas a la gente”-

En la era de la productividad y competitividad de la que tanto se habla, el estatismo circula en sentido contrario a lo que promulga: resolverle los problemas a la gente ¡Qué burda ironía! El trámite más sencillo puede degenerar en un caos para el individuo y todo por la maldita burocracia, ese invento multicapa que se extiende por toda la geografía nacional para dar cabida a tanto funcionario sin función, el clientelismo; alimento esencial de la casta política.

Una de las prioridades de la vida de una persona es la gestión de su tiempo. Los tiempos condicionan nuestra existencia y, ¡que curioso! nos los maneja a su antojo la administración. No somos dueños de nuestro tiempo sino rehenes por obra y gracia del feroz e insaciable intervencionismo administrativo. La burocracia es el enemigo número uno del individuo racional, el que piensa y actúa; aquel que tiene la capacidad para moverse de forma Autónoma (RAE). Allí donde la administración sitúa una ventanilla, física o virtual, en ese instante, comienza el sinuoso camino hacia una especie de alcantarilla por la que se nos cuelan las llaves de nuestro tiempo a la vez que nuestra energía física y mental. Lo que para el sistema no vale nada, al individuo le resulta vital. 

“La burocracia es el enemigo número uno del individuo racional, el que piensa y actúa”

Resulta paradójico comprobar cuán hábil y eficaz se muestran la administración y el administrativo frente al administrado en el arte del impuesto y las tasas en contraste con la inutilidad de los mismos para resolver un trámite de obligado cumplimiento por mor de la normativa y el protocolo establecido. Pareciera que la premisa es retrasarlo todo como demostración del costo en mantenernos al día dentro de la normativa, y es que no sabemos hacer nada sin la ayuda de esos “ángeles de la guarda” que custodian con tanto cariño nuestros datos, intereses e inquietudes.

Todo el mundo debería saber que un estado como el español, sobredimensionado, nos hace cada vez más pobres en términos económicos, pero esto, siendo grave, quizás podría llegar a ser asumible. Lo que no es tolerable es el robo con intimidación de nuestras libertades al hacernos pasar por el troleo del servicio público a la hora de afrontar una pequeña o gran dificultad exclusiva de quienes emprendemos, promovemos y producimos, generando riqueza a nuestro alrededor, frente al colectivismo parasitario del subsidiado y los que poseen la medalla al mérito de servidores públicos (funcionarios sin función). Esos a los que hay que mantener en virtud de su condición de seres superiores, ellos tienen el derecho; nosotros la obligación. 

“El más modesto empleado, al llegar su jubilación, se pregunta de buena fe si podrá sin él ir adelante el Ministerio.”     Eugene Marbeau.

El caso:

Resultando que por emergencia social han internado en una residencia de mayores dependiente de la Xunta de Galicia a una familiar que vivía sola en A Coruña, pero rodeada de vecinos, amigos y familiares lejanos con los que se relacionaba. La han desterrado a Quiroga (Lugo). Una zona muy bonita y acogedora, digna de elogio. Nada que ver con el espanto de edificio residencial diseñado por el mismísimo Lucifer.  Un problema de distancia y comunicación entre ambas poblaciones dificulta extremadamente el mínimo régimen de visitas que necesita cualquier mayor en tales condiciones. 

Envuelto en mi ingenuidad, el día 28 de febrero, por medio del sistema Chave 365 formulé una queja al respecto, pero tan ocupados, telemáticamente hablando, a día de hoy la queja sigue en trámite, en la nube. De lo cual se supone que tengo que estar agradecido como buen gallego contribuyente y conformista. Podría ser peor, el síndrome de Estocolmo siempre estará ahí para recordarlo.

Desde el 5 de noviembre esperando a que se dictamine su grado de incapacidad, hasta que por fin el 15 de marzo se dignan a enviar una asistente social desde Monforte de Lemos para evaluarla. (Que digo yo que si está internada por emergencia social ya tendrán una valoración). Ahora nos dicen que habrá que esperar unos tres meses más a que resuelvan y, es a partir de ahí cuando podremos iniciar los tramites para revertir su destierro solicitando su traslado a A Coruña o cercanías, donde vivía (otros tres o cuatro meses de espera). Dado su deterioro cognitivo, para esas fechas los beneficios de un cambio de destino puede que sean inútiles. Es más que probable que para entonces ya sea irrelevante si está aquí o allí porque no sabrá dónde está ni nos reconocerá. Una pena de muerte lenta. Todo por la maldita burocracia y el malvado protocolo, con sus intereses de por medio. 

Mientras tanto, tenemos que soportar como los grupos parlamentarios dedican su tiempo en acaloradas discusiones sobre quién o quiénes han robado más y en qué. Todos tienen claro que son los otros los que han delinquido y malversado; todos conocen con exactitud milimétrica la corrupción de los otros. 

Debido al minucioso argumentario en las acusaciones de los unos contra los otros, podemos concluir que todos tienen razón. Por tanto, entiendo que, como medida preventiva, deberían estar todos en la cárcel e ir saliendo a medida que vayan demostrando su inocencia. Seguramente en sus respectivas celdas, sin la posibilidad de pelearse entre ellos, reflexionarían sobre como dedicar un poco de atención a quienes dicen representar. Al menos, dejarían de robarnos, engañarnos o traicionarnos. Es  mi opinión. 

Una residencia de ancianos no es un trastero. No se olviden que todos llevamos un viejo dentro.

Foto portada Páxinas Galegas: Residencia de Mayores de Quiroga

Etiquetas
Comparte éste artículo
Escribe tu comentario