Tiro con arco: el objetivo al otro lado de una ballesta

por Redacción Deportes

Algunas de las imágenes más icónicas del deporte español están vinculadas con esta disciplina

Son los minoritarios en ocasiones los deportes que más pasión generan entre quienes se adentran en su mundo. En unos casos puede deberse simplemente a lo entretenido de su práctica en sí, mientras que en otros a la historia y el peso de la tradición de la que nos empapamos al conocer el arte y los usos en los que nos estamos instruyendo. Además, se trata de dar proyección y continuidad a tradiciones que se anclan en lo más pretérito y en los ancestros más remotos del ser humano.

Si estuviéramos en un concurso de la televisión para convertirnos en millonarios y el presentador nos retase a decir qué deporte puede hablar de, según algunos historiadores, 65.000 años de antigüedad la lógica debería llevarnos directamente a la realización de descartes y situarnos en el uso de supervivencia de los primigenios cazadores, aquellos que usaban la ballesta tanto para la caza como la guerra. Es decir, prácticamente desde el inicio de la vida humana organizada nos hemos valido de resortes y catapultas para hacer más letal y lejano nuestro alcance.

Regulado bajo bases de competición el tiro con arco ha sido especialmente prolífico para España, una de las grandes potenciales mundiales e históricas en ese deporte, con momentos grabados a fuego en el imaginario colectivo. Y nunca una expresión ha sido tan propicia, pues el fuego y el tiro con arco marcaron una relación ineludible e indisociable durante los Juegos Olímpicos de Barcelona 1992. Entonces Antonio Rebollo dio a conocer Barcelona al mundo entero con el disparo que encendió la llama olímpica y el pebetero, en un momento irrepetible para millones de hogares que todavía recuerdan el cómo y el dónde presenciaron aquel instante. Seguramente muchos de ellos sintieron la llamada o la curiosidad para dar los primeros pasos en un deporte que no era habitual que entrara en demasiados hogares por la puerta principal, pero que acabaría por ser motivo de innumerables alegrías.

Ahora, con un conocimiento mucho más profundo y con muchísimas licencias para el milenario deporte, el tiro con arco ofrece innumerables variables con las que participar, aunque como en cualquier otra especialidad se antoja fundamental la correcta elección del material para competir o simplemente para la práctica como aficionado, sin ‘picarse’ con nadie. Y es que, de una u otra forma, toda una generación, o más de una, somos herederos de aquel disparo de Rebollo en el Olímpico de Montjuic.

Se espera que para los Juegos Olímpico de París este verano de 2024, el tiro con arco en todas sus variantes vuelva a ser una de las disciplinas que mayor crecimiento tenga con numerosos representantes de todos los países participantes en este certamen deportivo. España tiene en esta edición dos nombres propios en los que las esperanzas de alcanzar medalla son muy altas, con Miguel Alvariño y Elia Canales entre los favoritos para sumar metales para el medallero del equipo olímpico hispano.

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