Cuando yo muera, reza por mí. Por Miguel Abreu

por Miguel Abreu

Sí, a partir de ese día de nada valdrá decir si fui o no una buena persona. Si hay o no arrepentimiento sobre los momentos compartidos. Tuviste todo el tiempo que el mundo permitió para hacerlo. Tiempo para ayudarme a ser diferente, a ser mejor. Para compartir los buenos y los menos buenos momentos.

A partir de ese día, viviremos ambos realidades diferentes. Yo aún no sé cómo será. Pero, si es como cuando todavía con los pies en la tierra parezco tocar el cielo, será algo indescriptible. Mi tiempo será sin tiempo. Será verdaderamente el tiempo de Dios, no mío, ni nuestro.

Si eres cristiano y vas a la eucaristía, ahí nos encontraremos. Rezaremos y celebraremos la misma y única fe que nos hace unos. No estaremos solos, estará todo el Cielo y toda la humanidad reunidos alrededor de la misma mesa. ¡Qué gran fiesta!

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