La biarra y sus efectos colaterales en la microeconomía. Por Germán Gorraiz

por Germán Gorraiz López

Analista

El vocablo biarra procedería del euskera «beharra», se traduciría como «necesidad» y habría pasado a formar parte del substrato léxico de amplias zonas de Navarra en la cruda postguerra española. Posteriormente y con el milagro económico de los años 70, la niebla del olvido la cubrió con su manto pero la previsible recesión económica mundial que se avecina para el próximo quinquenio, volverá a poner dicho vocablo de plena actualidad.

Dicha recesión desembocará en el retorno a una economía con claros tintes autárquicos y en este contexto, término como auzolan, ordea y trueque volverán a ser protagonistas del nuevo modelo económico que se avecina.

Auzolan, trueque y ordea

Auzolan sería «el trabajo vecinal gratuito realizado habitualmente en beneficio del pueblo, pero también ocasionalmente puede tener como objetivo ayudar a una persona o familia». Se trata de una institución tradicional que en Navarra recibe el nombre de » auzalan» o  «artelan» y que todavía sigue vigente en el medio rural. Así el vecino o vecina más cercano era considerado como pariente y era habitual que cuando se enfermaba el dueño de la casa, los vecinos y vecinas le ayudaran en los trabajos del campo y lo mismo sucedía en las defunciones, nacimientos, pérdidas de ganado y no hacerlo era considerado sinónimo de escasa calidad humana.

El trueque es «una experiencia de economía alternativa que, entre otras cosas, pretende generar otro tipo de relaciones económicas entre las personas, basadas en la cooperación y en la satisfacción de necesidades de consumo de forma más consciente, crítica y positiva». En los pueblos, la relación de vecindad ha hecho posible que aún hoy se siga potenciando las relaciones de intercambio material espontáneamente entre los miembros de la comunidad y la persona que participa en este sistema aporta algo de lo que puede prescindir y a cambio recibe otra cosa que en ese momento le es más necesaria.

El trueque tiene muchas ventajas, pues no se fabrican cosas nuevas, por lo que se ahorra energía, materias primas y no se contamina. Además, no precisa un desembolso monetario, da vida nueva a los objetos, hace más libres a sus usuarios y conscientes del papel como consumidores, potencia los lazos comunitarios y ofrece soluciones creativas y locales a problemas como el de la crisis económica.

En este contexto, se englobarían experiencias como la navarra «Págame sin dinero» que consiste en ofrecer su trabajo de diseño web a cambio de que el comerciante les pague con los productos que vende, iniciativa que toma el modelo de intercambios de Francia donde el trueque está de moda y funciona activamente.

Con una filosofía similar a los ‘bancos de tiempo’, nació en Pamplona «Yo no lo tiro», una página web promovida por el Gobierno de Navarra y la Mancomunidad de la Comarca de Pamplona y gestionada por el Centro de Recursos Ambientales de Navarra (CRANA) con el objetivo de «fomentar el intercambio de objetos entre personas con el fin de aumentar la vida útil de los productos y reducir la generación de residuos». 

Asimismo, en Navarra, tenemos la singularidad del vocablo ordea que procedería del euskera y se traduciría como «compensación u objeto que se entrega como contraprestación de otro de la misma especie o equivalente en valor»y se utilizaba habitualmente como sistema de préstamo en la Montaña y algunos lugares de la Zona Media sobre todo con alimentos, términos todos ellos que volverán a ser protagonistas del nuevo modelo económico que se avecina.

En consecuencia, la biarra forzará al imaginario colectivo a adoptar una nueva forma de pensar y una actitud proactiva ante la irrupción del nuevo escenario de recesión económica  mundial que tendrá como efectos benéficos el redescubrimiento de valores caídos en desuso como el esfuerzo, el decrecimiento, la economía circular, el auzolan, la solidaridad, el respeto por el medio ambiente y la búsqueda de una nueva utopía vital.

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