Corría el año 2006 cuando, junto a mi amigo Miguel Martínez, recorríamos una carretera de tierra entre Santiago de Cuba y Holguín. En pleno trayecto, dos militares nos dieron el alto. No era algo fuera de lo común en Cuba, así que nos preparamos para lo que siguió: fumigar nuestro coche contra los mosquitos que transmiten el dengue, una rutina habitual en aquella época.
Uno de los militares, curioso, nos preguntó hacia dónde nos dirigíamos y si teníamos pensado visitar «la casa del Comandante». No teníamos ni idea de que estábamos cerca de la finca donde había crecido Fidel Castro y su hermano Raúl, en la localidad de Birán, intrigado, le pedimos indicaciones, y así nos vimos en camino hacia un lugar que hasta ese momento desconocíamos.
Al llegar, nos encontramos con una verja cerrada. Sin dudar, la abrimos, pero pronto apareció un militar que, amablemente, nos explicó que los lunes estaba cerrado a las visitas. Le comenté que habíamos viajado desde La Habana expresamente para ver la casa, que éramos de Lugo y que vivíamos cerca de Láncara, el pueblo natal de Ángel Castro.
Tras una breve espera, el militar volvió con una sorpresa: «He hablado con mi superior, y por ser de Lugo, les haremos una visita guiada, aunque hoy esté cerrado», nos dijo con una sonrisa. La amabilidad del militar nos dejó impresionados.
A lo largo del recorrido, nos fue mostrando la finca, la casa reconstruida tras un incendio que la devastó en su momento.
Nos llevó a la gallera donde organizaban peleas de gallos, nos mostró el coche familiar, el panteón familiar, la farmacia, la tienda, y hasta la oficina de correos y telégrafos que tenian. Nos explicó también cómo y donde vivían los cientos de trabajadores haitianos que trabajaban la tierra en aquellos tiempos.
Fue una experiencia inolvidable, llena de historia y detalles que solo se pueden captar estando allí.
Sin embargo, lo más curioso de todo es que, 18 años después, me volvieron a abrir las puertas para adentrarme en los recuerdos de la familia Castro.
Casa del padre de Fidel Castro en Láncara (Lugo, Galicia)
Esta vez, mucho más cerca de casa, en Láncara, a solo 30 kilómetros de mi ciudad, donde hace unos días visité la humilde casa, hoy convertida en museo, donde nació Ángel Castro, un hombre de origen modesto que emigró a Cuba en busca de un futuro mejor.
He tenido la fortuna de visitar, en dos ocasiones y en dos continentes, los lugares que marcaron la vida del padre del hombre que cambiaría la historia de Cuba.
