Eso fue lo que ayer, 27 de septiembre, el presidente del Parlament Balear y también miembro de Vox respondió ante el juez tras ser preguntado por la foto de Aurora Picornell y otras víctimas de los franquistas que rompió al comienzo de un pleno en junio pasado, lo que le podría costar una condena por delito de odio.
Los acuerdos han evitado muchas guerras y, por tanto, estoy a favor de que las partes enfrentadas intenten pactar antes de los juicios porque, a fin de cuentas, las sentencias no dejan de ser decisiones que pueden ser erróneas, aunque las dicten jueces interpretando leyes.
Y más en este caso porque, tal como ocurre siempre que se reabren crímenes que quedaron impunes como los cometidos por los franquistas, cuando las sentencias por fin son firmes ya no están muchas de las personas que sufrieron el odio por el acto juzgado, con el agravante de que esta vez el autor y acusado es presidente de un parlamento.
La novedad es que Le Senne ha afirmado que «también habría roto una foto de Franco» y, si se siente obligado a cumplir la palabra dada ante el juez, puede ser que lo que haya querido transmitir es que estaría dispuesto a llegar a un acuerdo, y eso hay que estudiarlo
Supongo que cualquiera de las partes presentes en el procedimiento puede proponer a Gabriel Le Senne que, tal como ha dicho que es capaz de hacer, acepte romper en público una foto de Franco al inicio de todas y cada una de las sesiones plenarias que se celebren hasta el final de la legislatura. Estoy convencido de que el juez, incluso por la prensa, tendrá siempre pleno y puntual conocimiento de que el acuerdo se está cumpliendo, detalle que no es menor en esta clase de pactos.
Habrá quien piense que romper en cada pleno del Parlament Balear presidido por Gabriel Le Senne una foto de Franco es más que romper una vez una foto de Aurora y otras víctimas de los franquistas, pero es una propuesta lógica, porque son muchas las personas a las que provocó sufrimiento aquella acción tan despreciable y violenta.
Y, por último, creo que después de escuchar a Gabriel Le Senne afirmando que rompería la foto del dictador es obligado plantear que lo haga pues, de lo contrario, puede parecer que la acusación renuncia a la ventaja de una victoria segura: si el presidente del Parlament Balear no aceptara quedaría demostrado que tampoco tiene palabra y terminaría ante el juez, pero más desprestigiado.