El pasado sábado el Ministerio de Sanidad publicó las estadísticas del aborto en 2023.
Los datos constituyen una noticia muy triste y muy preocupante, ya que revelan que durante ese año el número de abortos superó los cien mil, casi un 5% más que el año previo, aumentando en todos los grupos de edad, especialmente en los menores de 20 años.
Además, casi la mitad de las mujeres que abortaron no utilizaba ningún método anticonceptivo.
¿Cómo hemos podido llegar hasta aquí? ¿Es esta la sociedad que queremos?
Y la pregunta clave:
¿Quién es el responsable de haber normalizado socialmente algo tan horrible como el aborto, hasta el punto de llegar a tratarlo casi como un anticonceptivo?
La pregunta es especialmente seria, máxime considerando que nuestro ordenamiento constitucional nació con espíritu antiabortista.
La reciente y vergonzosa inacción del TC durante más de una década ha tenido parte de culpa. Y la escandalosa resolución del TC de Pumpido ha coronado el proceso de ingeniería social a la que los políticos nos han sometido.
Ciertamente IU y el PSOE han tenido mucha culpa, pero ellos no nos ocultaron su intención.
Sin ninguna duda, el principal responsable de haber llegado hasta aquí es el PP:
Como lobo vestido de cordero ha estado engañando a sus votantes diciendo que iba a hacer, para después no hacer nada. Al menos para hacer algo que revirtiera esa obra de ingeniería social.
Su actuación cobarde le ha acabado convirtiendo en un cómplice no solo necesario, sino clave, en la implantación del aborto en nuestro país.