@jsuarez02111977
Han dicho en la tele que a la cumbre del clima no han ido ni Estados Unidos, ni China, ni India, ni Rusia. Cuatro países que, entre todos, producen más mierda que el resto del planeta junto. Y no han ido. Así, como suena. Ni siquiera se han molestado en mandar a un becario con corbata barata y un PowerPoint para disimular. Nada. Ellos están para otras cosas: fabricar móviles que se rompen a los dos años, sacar petróleo a dentelladas, inundar mares de plástico y quemar bosques. Pero ir a una cumbre para salvar el planeta que se están cargando, eso no. Para eso tienen cosas más importantes.
¿Y quién ha ido? Pues los de siempre. Los pequeños, los que llevan décadas recogiendo las sobras de un banquete al que nunca les invitaron. Los que ven cómo el nivel del mar les come las playas mientras las grandes potencias se ríen desde su yate. A lo mejor han ido las Islas Feroe, porque allí al menos todavía queda gente con decencia y vergüenza. Esa que a los grandes se les cayó por el váter hace tiempo.
Estados Unidos no va porque ha tenido elecciones y en ese país la política se reduce a ver quién mea más lejos mientras gritan “freedom” con la bandera en la mano. China no va porque está ocupada fabricando productos de usar y tirar para vender a Occidente, aunque para ello tenga que cubrir de ceniza hasta las tumbas de sus muertos. India no va porque tiene ríos que son vertederos y un aire que no se respira, pero oye, las prioridades están en otro lado. Y Rusia… bueno, Rusia bastante tiene con ser Rusia, con un pie en el pasado y otro en el desastre.
No han ido porque no les importa. Porque, en el fondo, saben que cuando todo esto se vaya al carajo, ellos serán los últimos en hundirse. Y mientras tanto, ahí seguimos los demás, escuchando discursos vacíos de presidentes que no creen una palabra de lo que dicen, aplaudiendo resoluciones que no sirven para nada. Es el eterno teatro de los cínicos: unos hablan, otros fingen escuchar, y el planeta sigue calentándose como un coche sin radiador en mitad del desierto.
Al final, la cumbre del clima no es más que un chiste de mal gusto. Un escaparate para las fotos, un circo donde los payasos son los que de verdad intentan hacer algo. Mientras los otros, los que mandan, los que tienen el poder de cambiar las cosas, miran hacia otro lado. Desde sus aviones privados, desde sus despachos herméticos, desde su indiferencia cómplice.
Así que ojalá las Islas Feroe hayan ido, sí. Alguien tiene que poner algo de dignidad en todo este espectáculo de la miseria. Aunque solo sea para que, cuando todo esto termine de reventar, podamos decir que hubo unos pocos que al menos lo intentaron. Porque los demás, los grandes, esos ya ni se molestan. Al fin y al cabo, ellos no están para salvar el planeta. Ellos están para exprimirlo hasta que no quede nada.