Han sido practicadas durante siglos en diversas culturas. Originalmente concebidas como métodos de combate, hoy en día se reconocen por ofrecer mucho más que habilidades de defensa. Quienes las practican desarrollan disciplina, autocontrol, respeto y fortaleza física, pero también experimentan mejoras en su bienestar mental. A través del entrenamiento constante, los practicantes alcanzan un equilibrio entre cuerpo y mente, fortaleciendo no solo sus habilidades físicas, sino también su confianza, concentración y control emocional. Cada estilo tiene sus propias técnicas y filosofía, pero todos comparten el mismo objetivo: la superación personal.
Si bien el origen es oriental, la práctica de estas técnicas es popular en todo el mundo. En una escuela de Artes Marciales en Las Palmas, se fomenta un enfoque integral del entrenamiento. No se trata únicamente de aprender a defenderse, sino de cultivar una práctica que trasciende las barreras del gimnasio o el tatami y se aplica a la vida diaria. La práctica, ya sea en tradicionales como el Karate y el Judo, o en estilos modernos como el Taekwondo o el Brazilian Jiu-Jitsu, permite a los alumnos adquirir habilidades de autodefensa mientras mejoran su condición física. Al mismo tiempo, fomenta valores esenciales como el respeto, la perseverancia y la humildad. Esta combinación hace que sean una opción ideal tanto para adultos como para niños, quienes pueden beneficiarse enormemente del aprendizaje en un ambiente estructurado y respetuoso.
Entre las más populares a nivel mundial se encuentran el Karate, el Taekwondo, el Judo y el Kung Fu. El Karate, de origen japonés, se enfoca en técnicas de golpeo con las manos y pies, combinadas con movimientos defensivos. El Taekwondo, originario de Corea, es conocido por sus patadas altas y rápidas, y se ha destacado como deporte olímpico. El Judo, también de origen japonés, se centra en técnicas de proyección y sumisión, donde el equilibrio y la fuerza juegan un papel fundamental. Por su parte, el Kung Fu, una de las más antiguas de China, abarca una variedad de estilos que combinan técnicas de combate con ejercicios de respiración y meditación.
Además de estas prácticas, estilos más recientes como el Brazilian Jiu-Jitsu han ganado gran popularidad en las últimas décadas. Este arte marcial se basa en técnicas de lucha en el suelo y sumisiones, donde el objetivo es neutralizar al oponente utilizando el peso y la técnica, en lugar de la fuerza bruta. Es una opción muy valorada para quienes buscan aprender técnicas efectivas de autodefensa. Asimismo, las artes marciales mixtas (MMA) han emergido como una de las más seguidas a nivel global, ya que combinan lo mejor de diversos estilos, incluyendo boxeo, lucha y jiu-jitsu, entre otras.
“El Jiu-Jitsu (arte de la suavidad) es un arte marcial japonés que abarca una variedad amplia de sistemas de combate basado en la defensa «sin armas» de uno o más agresores, tanto armados como desarmados”, comentan en el Gimnasio Arashi.
La práctica regular tiene múltiples beneficios. En el plano físico, mejora la flexibilidad, resistencia y coordinación, mientras que en el plano mental, ayuda a reducir el estrés y la ansiedad. A través del entrenamiento, los practicantes aprenden a manejar situaciones de presión, lo que les permite mantener la calma y tomar decisiones más acertadas. Además, el sentido de comunidad que se desarrolla en las academias refuerza la importancia del respeto mutuo y el trabajo en equipo, valores esenciales que se trasladan a otros aspectos de la vida.
Es importante destacar que no están reservadas únicamente para personas jóvenes o en excelente condición física. Al contrario, cualquier persona, sin importar su edad o estado físico, puede iniciarse en la práctica. Cada método puede adaptarse a las capacidades individuales, y los avances se consiguen de manera progresiva, a medida que el cuerpo y la mente se fortalecen con el tiempo. Este proceso gradual de aprendizaje permite que los practicantes adquieran confianza en sí mismos, tanto en sus habilidades físicas como en su capacidad para enfrentar los desafíos cotidianos.
La práctica no solo fortalece el cuerpo, sino también la mente y el espíritu. Al cultivar disciplina y autoconfianza, se abre un camino hacia el crecimiento personal, donde cada obstáculo superado en el dojo es una victoria que se traduce en éxito en la vida diaria. Más allá de sus beneficios físicos, representan un viaje hacia el autodescubrimiento y la autosuperación.