
Cada semana el presidente Trump saca adelante una cantidad increíble de temas, pero esta pasada semana ha hecho realidad una de las reclamaciones que con más ahínco le hemos hecho algunos asesores, analistas y expertos en terrorismo y seguridad: declarar oficialmente al grupo Antifa como lo que es realmente, una organización terrorista. Después del asesinato del líder conservador Charlie Kirk a manos de un izquierdista radicalizado por este tipo de grupos de fanáticos, ya era un clamor nacional e incluso internacional. Los demócratas socialistas temían esta decisión porque en muchas ocasiones se han aliado con Antifa para promover disturbios, saqueos, propaganda socialcomunista, e incluso asesinatos de oponentes políticos.
El presidente Trump ha dicho basta y de ahora en adelante se tratará estos terroristas domésticos con la máxima dureza que permite la ley. Se acabaron las pamplinas y contemplaciones de la era Obama y Biden. Para completar esta magnífica noticia, digna de ir en portada en informativos y prensa, Trump ha puesto el objetivo en abrir una investigación sobre quién financia a Antifa y el resto de organizaciones izquierdistas que promueven la violencia y el acoso. Seguir la pista del dinero nos llevará a los responsables intelectuales de esta basura ideológica porque lo cierto es que la financiación de sus acciones es cara y dinero no les falta. Y de trabajar honradamente ya les digo yo que no les viene. Con la ley RICO en la mano, la Administración Trump está preparada para dar caza a estos fanáticos de tomo y lomo.
Para los escépticos y críticos, recordar simplemente que durante años Antifa ha atacado a la policía, incitado y organizado disturbios violentos, saqueado y quemado barrios y ciudades, atacado a conservadores con violencia, robado y radicalizado a decenas de jóvenes ignorantes y permeables a su propaganda.
El presidente Trump ha tenido el coraje de decir en voz alta y dejar claro que no son “manifestantes”, sino activos violentos a los que hay que sacar de escena. Para Trump, todos tienen derecho a estar en desacuerdo, pero nadie tiene derecho a cruzar la línea hacia la violencia. Lo ha expresado de forma nítida: “Durante años, la izquierda radical ha comparado a maravillosos hombres como Charlie Kirk con nazis. Ese tipo de odio lleva directamente al asesinato. Debe detenerse ahora mismo”.
Efectivamente, cuando repites una y otra vez de forma demagógica que las personas con las que no estás de acuerdo y que odias son «deplorables», «nazis» y «fascistas» y que están «destruyendo nuestra democracia», como hacen los seguidores de Antifa, otros grupos de izquierda radical y los miembros del Partido Demócrata más a la izquierda, ¿qué crees que va a pasar? Ellos siembran la semilla de la violencia y la división. La peligrosa realidad es que no se trata sólo de los matones callejeros de Antifa, sino que estamos identificando a un sinfín de organizaciones de este tipo. Por esta razón, Trump y su equipo está observando y monitorizando a las organizaciones sin fines de lucro socialistas y los grupos de dinero oscuro que las financian. Con las medidas puestas en marcha, iremos no sólo a por los fanáticos de a pie con menos cerebro que un mosquito, sino también a por sus cabecillas y a por los que los financian sin pudor ni escrúpulos.
El presidente Trump ha puesto pie en pared para afrontar esta amenaza interna sin más excusas ni esconderse detrás del respeto a un supuesto “activismo” que no es más que terrorismo urbano y violencia política. Trump y cuantos le apoyamos vamos a por ellos con todo.