¿Podemos considerar normal el gran flujo continuo de competencias estatales hacia órganos regionales decidido por no se sabe bien quién, en no se sabe muy bien dónde y tampoco se aclara cómo? Pues desde luego muy normal no es, porque en los Estados fuertemente descentralizados las decisiones se toman en forma reglada, por los órganos competentes y teniendo en cuenta las estructuras constitucionales como límites a la acción política.
En algún que otro país, se ha producido la cesión de competencias de los órganos centrales a los órganos regionales, sin que se establecieran mecanismos constitucionales suficientes para introducir lo que es básico en los sistemas fuertemente descentralizados, como son los órganos de coordinación y colaboración entre los distintos niveles competenciales. Y lo que no puede ser es un acuerdo bilateral entre partidos políticos al margen de las instituciones. Y según afirman estos protagonistas : ¡Qué nadie les tosa! ¿Y la razón que dan? Que es lo más normal del mundo. ¡Qué escándalo! Esos protagonistas a los que he hecho referencia no saben distinguir entre soberanía popular y decisiones parlamentarias. ¿Cómo se podría recuperar la normalidad en algo tan elemental como es la toma de decisiones en Estados complejos? Pues no hay que inventar mucho al respecto, ya que ni somos los únicos ni necesitamos grandes inventos para hacer que las cosas del comer, es decir, las competencias y la economía, que van muy ligadas, no nos quiten el sueño.