Analista
(«El 57% de las grandes empresas europeas se estaría planteando mudarse o desplazar inversiones a Estados Unidos en los próximos dos años».(European Round Table)
La economía europea se ha basado en el último decenio en la llamada ‘dieta alpino-mediterránea», cuyos ingredientes principales eran el boom urbanístico, el turismo, la exportación y el consumo interno. Dicha fórmula creaba excelentes platos minimalistas, de apariencia altamente sugestiva pero vacíos de contenido culinario y con fecha de caducidad impresa.
Sin embargo, la economía europea estaría lastrada por la excesiva dependencia energética del petróleo y gas natural (rondando el 60%) , por la incertidumbre del sector turístico ( 10% del PIB ), pivotar en exceso sobre el sector automotriz ( 7% del PIB nacional y el 10% de las exportaciones), insuficientes inversiones en I+D+i, una preocupante atomización de las empresas agro-alimentarias así como de una necesaria diversificación y búsqueda de mercados alternativos.
Así, tras una etapa dulce impulsada por favorables vientos de cola, la crisis de la industria automotriz provocará un choque de las placas tectónicas del sector industrial europeo que podrían hacer tambalear a los buques insignias de marcas como Renault, Mercedes y Wolkswagen y que podría tener como efecto colateral la entrada en recesión de la economía europea en el horizonte del 2030.
Riesgo de deslocalización de empresas y desertización productiva
La Ley de Reducción de la Inflación (IRA), promovida por Joe Biden, destinará hasta 369.000 millones de dólares en créditos fiscales, reembolsos directos y subvenciones para ayudar a las empresas a invertir y producir tecnología verde, como turbinas eólicas, paneles solares, bombas de calor y vehículos eléctricos.
Sin embargo, dichas ayudas solo se concederán si estos productos se procesan y ensamblan mayoritariamente en Norteamérica, es decir, Estados Unidos, México y Canadá, lo que podría provocar un éxodo industrial de fábricas europeas al otro lado del Atlántico y el consecuente cierre de las factorías asentadas en territorio europeo.
Así, la llamada Mesa Redonda Europea para la Industria (European Round Table) ha publicado una encuesta que asegura que «el 57% de las grandes empresas europeas se estaría planteando mudarse o desplazar inversiones a Estados Unidos en los próximos dos años».
Por su parte, Trump ha sugerido la imposición de aranceles de hasta el 10 % sobre todas las importaciones, con un arancel del 60 % dirigido a productos chinos. Para la UE, cuyo comercio de bienes con EE.UU. alcanzó los 870.000 millones de euros en 2022, este movimiento sería un golpe brutal, pues podría afectar a sectores clave como la industria automotriz, la eólica y del hidrógeno, con el consecuente riesgo de deslocalización de empresas hacia EEUU.
En consecuencia, se antoja urgente adoptar medidas para evitar la masiva fuga de empresas a EEUU y países del Magreb, así como diseñar las líneas maestras de la inevitable reconversión industrial que se avecina en el horizonte del próximo quinquenio con el objetivo de evitar la desertización productiva de Europa y su transformación en un inmenso Parque Temático para turistas.