Lo de Rubiales contra Hermoso y contra lo decente se ha producido en un contexto del que no debemos olvidarnos cada vez que pensemos en el que ya es el beso cabrón más famoso del mundo, aunque ellas no ganaron ese campeonato para que el despreciable seleccionara a una de las vulnerables a sus órdenes y practicara una chulería aprovechándose del miedo escénico, sin calcular que tanta transparencia puede acarrear un final fatal, que ha sido él mismo quien ha dicho la palabra «asesinato». Añadiendo público, creo.
Porque la gran mayoría pensamos que, si ese mismo abuso lo hubiera intentado Rubiales contra Hermoso en privado, ella, de no querer, lo hubiera resuelto con un simple «no» o, políticamente hablando, con un «solo sí es sí». Pero, de seguir el muy baboso, con dos hostias bien dadas. Y si además de abusador también fuera masoquista, que los hay, con uno de esos rodillazos en los cojones que nunca fallan pero que tan pocas veces aparecen en películas que los piden a gritos, mientras llenan nuestras miradas con violencias gratuitas para ir modificando nuestras escalas de valores.
Hermoso, por tanto, ni siquiera rechazó el exceso forzado por Rubiales para no provocar una situación insoportable a millones de personas que lo estaban viendo en tiempo real y, por tanto, de desenlace imprevisible, teniendo en cuenta el personaje y el contexto, porque, a la vista de lo que está ocurriendo, si ella hubiera reaccionado en justa y lógica defensa propia, incluida la posibilidad del natural ataque de nervios, algunos no descartamos que en el Reino de España se hubiera iniciado una nueva «guerra civil», y los pocos equidistantes que quedaran estarían intentando que los muertos solo se produjeran en los campos de futbol durante los partidos de la Liga, masculina, por supuesto, que ellas ya han dicho que no siguen.
El otro contexto del beso más cabrón, con lo muy bien que estaba yendo todo en el futbol de ellas en comparación con el de ellos hasta lo de Rubiales, o también lo del socialista Borrell declarando que «por fin, las mujeres están aprendiendo a jugar al futbol igual de bien que los hombres», es el de la coincidencia temporal con la convocatoria a traidores firmada por el MASUFA (que así seguiré llamando al rey mientras no renuncie al peligro que significa lo de ser el 62.h de la Constitución) para la formalización de acuerdos secretos con «tamayos» y «tamayas» en la calle Génova 13, que alguien nos debería explicar si para seguir manteniendo una sede que tenían en venta hace tres años están trayendo el dinero que ocultaron en Suiza, vía Bárcenas, o es que consiguen nuevas «donaciones» gracias al mucho poder reconquistado en CC.AA. y ayuntamientos de la mano de Vox, y cuyos detalles, escritos a mano, podremos ver en las portadas de la prensa… dentro de 20 o 30 años, cuando cualquier delito haya prescrito, que eso es lo «pactado».
Toda vez que la oferta de traición autorizada tras la reunión de Feijóo con el MASUFA en la Zarzuela necesita solo 4 de entre los 178 titulares de escaños en el Congreso y está condenada al fracaso o a la ignominia según su resultado, conviene que los potenciales tentados a estudiar propuestas tengan en cuenta que deberán elegir entre dos personajes a quienes la vida, y sus propios comportamientos, les ha deparado suertes muy dispares.
Uno de los dos es Pedro Sánchez, de quien hace ya mucho tiempo se dice que ha nacido con «una flor en el culo». Con limitarnos a lo penúltimo, o sea, Silvia Inxaurrondo destrozando a Feijóo ante millones pocos días antes del 23J, no nos hace falta recordar que se trata de un presidente del Gobierno que se propuso serlo de adolescente. Yo también, y quizás usted, pero ni siquiera hemos llegado a ministros.
El otro se llama Felipe VI, perdón, el MASUFA, y es un rey fracasado para siempre porque el día tres de octubre de 2017 exigió al presidente de su Gobierno que le llevara la televisión a Palacio para un discurso de nueve minutos contra el rebelde Puigdemont y sus millones de seguidores, y resulta que hoy, el independentista catalán residente en Waterloo ha subido tanto de categoría que tiene en sus manos el nombre del futuro presidente del gobierno de su Reino. Y avalado por las urnas, que ese es un aval de los que solo decaen a base de traiciones, o asesinando inocentes con golpes de Estado.
Así que, y con esto termino, si fuera usted titular de un escaño en el Congreso tras las elecciones del 23 de julio pasado y estuviera considerando la oferta de traición a sus siglas, a su grupo parlamentario y a un electorado que jamás escuchó de usted que se sumaría a una investidura que también fuera apoyada por políticos como los de Vox, le propongo que considere si merece la pena aceptar la propuesta de traición firmada por un rey fracasado, pues, parafraseando a Matías Vallés, «millones de personas de las que me encuentro por la calle me dicen cada día que son republicanas sin yo preguntárselo», o por un Pedro Sánchez que, aunque tiene mucho más difícil que el MASUFA lo de mantenerse en su cima, lo termina consiguiendo, unas veces con flores y otras con espinas,
Además ¿ha escuchado usted a muchos parlamentarios, de esos 172 que están deseando aplaudir a cuatro traidores, pedir la dimisión de Rubiales?
Un Sánchez con suerte sacará beneficio hasta de este lío: fue un beso cabrón del que nadie podrá acusarle por haber movido los labios. Por tanto, no parece prudente bajarse aún del carro de Pedro.