El artículo: El desafío del envejecimiento acelerado en Europa. Por Miguel Abreu

por Miguel Abreu

El envejecimiento acelerado de la población europea es una realidad ineludible que exige respuestas urgentes e innovadoras. Uno de los principales desafíos está relacionado con el aumento de la edad de jubilación, que ejerce una presión significativa sobre los trabajadores más mayores y sobre las empresas. Muchas de ellas no están preparadas para acoger, valorar y adaptarse a las necesidades de los trabajadores de más de 50 años. Estos profesionales, con vastos conocimientos, competencias y una madurez inigualable, son a menudo considerados un «coste» en lugar de un activo. La búsqueda incesante del lucro lleva a muchas empresas a adoptar una postura economicista, ignorando el potencial que esta mano de obra ofrece en términos de experiencia, estabilidad y sabiduría.

Además, el creciente uso de la tecnología en las empresas puede agravar la brecha entre generaciones. Los trabajadores mayores, que muchas veces no crecieron al mismo ritmo tecnológico que hoy domina el mercado, enfrentan dificultades adicionales en la adaptación. Si esta brecha no se cierra mediante formación continua e inclusión adecuada, podría aislar aún más a los trabajadores de mayor edad, convirtiéndolos en vulnerables a la exclusión del mercado laboral, precisamente en un momento en que su contribución podría ser más valiosa.

Por último, otro desafío crucial es el cuidado de los séniores. La escasez de mano de obra cualificada para proporcionar cuidados de calidad, junto con la falta de infraestructuras que pongan el bienestar humano en el centro, es una preocupación creciente. Muchas de las instituciones que acogen a séniores todavía operan con modelos clásicos, desactualizados e incapaces de responder a las nuevas exigencias y preferencias de una población sénior cada vez más diversa e informada. Además, las barreras culturales locales a menudo dificultan la transición a modelos de cuidado más innovadores, y hay una ausencia de planificación oportuna para la fase de la senioridad. Estos son desafíos presentes, no futuros, y su resolución requiere discernimiento y una transformación profunda en la forma en que encaramos el envejecimiento.

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