Decía un “filosofo” de mi barrio, de los que la vida dura mariñeira, le había enseñado sus amplios conocimientos filosóficos: “Cuando hay marejadilla, tenéis que hacer como en las películas de vaqueros, llamar al Séptimo de Caballería para defender el fuerte del ataque de los indios” Rubén de la Barrera para el partido de mañana, recurrió al Séptimo de Caballería con toda la delantera convocada, con la intención de defender el fuerte del acoso de los compostelanos, no indios, que bajo la bendición del Apóstol, tratarán de asaltar el feudo de Abanca, antes Riazor, para poder llevarse algún punto del Estadio.
El RC Deportivo de Abanca, juega un partido para ganar o ganar, otro resultado seria nefasto. Tres puntos para volver a ilusionar a los deportivistas, son los únicos que sienten pasión por colores y escudo, una victoria que daría sosiego a los incondicionales y a los jugadores, para ganar esa confianza que parece que han perdido. Yo lo diré primero. A la tercera victoria, en pleno invierno, los aletargados responsables de la parcela deportiva, volverán, no como las golondrinas de Bécquer, sino, del “Arca de Noé” en la que se han instalado, junto al resto de fauna.
Hace falta un revulsivo y tranquilidad en la plantilla, sobre todo, recuperar la confianza en la victoria. Creo sin temor a equivocarme, lo dirán los resultados, que Rubén de la Barrera es un competidor nato, estudioso del fútbol moderno y con capacidad futbolística «dabondo» para continuar con paso firme hacia el objetivo, no es otro, que lograr el ascenso. No quiero ser agorero, aunque hay demasiados clorooscuros en una plantilla de catálogo, le falta por demostrar, que la inteligencia futbolística se paga en euros, jugadas, goles y puntos. Aunque los milagros existen, dependiendo de la creencia de cada uno, habrá que rezarle a San Rubén, o a Manitú, patronos de los aficionados deportivistas, para que nos saque del atolladero en el que estamos metidos, con la plantilla más cara de Segunda División B.