La protección de nuestros derechos a través de despachos y letrados especializados supone un marco fundamental para la protección de las personas físicas y jurídicas, especialmente en casos de continua interacción social y de juicios públicos
Solían acuñar nuestros abuelos y abuelas frases proverbiales a las que no hacíamos mucho caso, que tomábamos con cierto escepticismo, y finalmente teníamos que inclinarnos ante el ceremonial cumplimiento de las mismas y sus advertencias. Muchas de ellas estaban relacionadas con el ‘ten cuidado’, ‘puede pasar’ o ‘va a pasar’. Algo así nos sucede en el día a día con nuestra protección, ya sea en lo que a bienes materiales o inmateriales se refiere, pero también respecto a nuestras circunstancias.
Sucede, por ejemplo con los seguros en lo que a la protección de nuestro coche o nuestra casa se refiere. Ahí encajaría a la perfección eso de «nunca pasa nada… hasta que pasa». Para las personas físicas o jurídicas, nuestra protección vendría dada por la figura de un abogado. Nuestro abogado penalista es no solamente la figura que nos protegerá en el caso de un delito potencial por nuestra parte, sino que, en un mundo cada vez más global y con más interconexiones se mantiene aquello de que nuestra libertad termina donde comienza la del prójimo. En el caso de que ese prójimo invada nuestro espacio de derecho, despachos como Esteban Abogados Penalistas cubren un espectro que pasa por: delitos contra las personas, económicos, societarios y empresariales, contra la libertad sexual, contra la administración, contra la seguridad vial, contra la seguridad y salud públicas…
Resultan fundamentales conceptos como la libertad y la reputación a la hora de enfrentarse a cargos penales, especialmente en tiempos de juicios públicos, que pueden resultar más dañinos y difíciles de reparar que cualquier sentencia. Está testado y es objetivable el hecho de que la asistencia especializada en el ámbito penal supone un respaldo esencial para la salvaguarda de los derechos y opciones de victoria en un proceso.
Y es que, un ejemplo muy recurrente y del que no escapamos ninguno tengamos mayor o menor tendencia criminal es el hecho de una conducción distraída. Un despiste, con resultado de atropello mortal. El cargo de homicidio imprudente, delito penal, exige y requiere de un abogado penalista especializado que evite que nuestra vida sufra también un revés irreconducible.