Buena parte de los mejores recuerdos de licenciados, graduados o diplomados no se ciñen solamente al aula, sino a la experiencia en sus residencias, su hogar durante la etapa formativa más importante de sus vidas
Nuestros padres y abuelos hicieron de su relato del servicio militar prácticamente una novela por entregas digna de una serie de Hollywood, con anécdotas de todo tipo, a veces con ciertas licencias narrativas de dudosa credibilidad. Afortunadamente, los tiempos han evolucionado y buena parte de las batallitas que desde la generación que empieza a peinar canas a la que se peina con asiduidad esas historias no llegan con un rifle en la mano, sino con un libro. Y no lo hacen para prepararse para la guerra, sino para la Universidad. Las residencias de estudiantes en Pamplona son mucho más de lo que su nombre indica, y dejan una huella y unas relaciones sociales que jamás llegan a perderse del todo, por mucho que los caminos de sus antiguos huéspedes se ramifiquen.
La universidad simboliza en buena medida el comienzo de una etapa vital y la madurez en muchos sentidos. Se ha globalizado hasta el punto de ser una institución local, pero con orígenes multiculturales que enriquecen a los que reciben y los que llegan. Entrar en una residencia es encontrar historias maravillosas de jóvenes que abandonan por un margen de tiempo su hogar para encontrar una nueva dimensión, en todos los sentidos de la palabra. Basta con atravesar la puerta para sentirse ciudadano del mundo. Acostumbraban a decir los ingleses que la diferencia entre una city y una town estaba en aquellos lugares con y sin catedral. Posteriormente, extrapolaron esa división a tener un club de fútbol en Premier League o no. Puede decirse que las ciudades con un campus asociado pueden presumir de estar en la Champions League de muchos aspectos de las sociedades modernas. Y no existe una Universidad que no lleve asociada una residencia de estudiantes.
Por otro lado, las residencias de estudiantes son un fenómeno al alza en lo que al aspecto económico se refiere. Así se pone de manifiesto en el ‘Informe de Residencias de Estudiantes. Confianza en el futuro y oportunidades de expansión’, elaborado por JLL España. Se cifra en 140 millones de euros la inversión realizada en el primer semestre del año, con un aumento del 137% respecto al mismo periodo de 2020. Los expertos de la consultoría establecen que más de medio millón de estudiantes necesitaron alojamiento durante el curso 2019-2020, lo que representa un crecimiento anual promedio de casi el cinco por ciento respecto, por ejemplo, al 2015-2016. Se estima que para finales de 2022 habrá una capacidad de residencias de 111.000 plazas. Además, la llamada generación más preparada de la historia lo será cada vez más, con un aumento exponencial de los jóvenes con estudios superiores.
Los alquileres, ese muro contemporáneo contra las oportunidades de los jóvenes, así como la globalización y la socialización de un mundo cada vez más conectado, hacen de la ‘experiencia residencia’ una apuesta más habitual y necesaria para la que será nuestra generación preparada en el futuro. Y seguro que, cuando giren la rueda de este mundo, lo harán contando anécdotas y vivencias de su residencia.