No pudo ser. El Celta de Vigo no tuvo la dicha de volver a ganar en el Camp Nou. Fue un encuentro raro, de baja intensidad y salpicado de interrupciones. Necesitó poco el Barcelona para firmar el 3-1 definitivo que le aseguraba los tres puntos; sin grandes alardes de juego y con el desborde de Dembelé tuvo más que suficiente. Tampoco ayudó a los vigueses la falta de contundencia de Coudet a la hora de hacer daño a los blaugranas cuando los tuvo sometidos en la primera mitad. La falta de efectividad de Iago Aspas en algunas ocasiones clarísimas de gol sirvió también para evidenciar que el que perdona a un equipo grande lo acaba pagando.
Los de Xavi Hernández no pecaron de tibios ante la portería de Matías Dituro. El primer tanto llegó tras una internada magistral de Dembelé a la que supo poner el broche Memphis Depay. El segundo fue obra de Aubameyang tras un despeje defectuoso de Néstor Araujo. Ya en el comienzo de la segunda parte volvió a cambiar el electrónico: el delantero gabonés hacía el tercero y Aspas acortaba distancias. Con 3-1 en el marcador, la idea de cuajar una remontada todavía resultaba posible. Lástima que la expulsión de Jeison Murillo frustrara el objetivo. Con este resultado, el Celta de Vigo da el curso casi por cerrado, sin otro estímulo que el de completar el año con un triunfo en casa frente al Elche la próxima jornada, tratando además de que Aspas vuelva a marcar y consiga así meterse en la pelea por el Trofeo Zarra. No son optimistas los pronósticos en las apuestas deportivas del listado que se centra en el pichichi, donde Benzema es favorito con 26 dianas, ocho más que el moañés.
El planteamiento inicial de Xavi llegó marcado por la baja de Sergio Busquets. El de Tarrasa presentó un clásico 4-4-2, un dibujo insólito hasta ese momento en el Camp Nou durante la presente campaña. Frenkie de Jong y Gavi fueron los encargados de llevar la batuta en la zona de creación, mientras que Dembelé y Ferrán Torres ocuparon los extremos para nutrir de ocasiones a Depay y Aubamenyang, situados arriba como pareja de atacantes. Del otro lado, Coudet volvió a mostrarse conservador en su esquema. Con independencia del tropiezo sufrido contra el Getafe el sábado pasado, el técnico argentino recurrió nuevamente a su once de gala; el cansancio no era excusa.
Arrancó el encuentro con el cuadro celeste muy metido en la lucha por el control de la pelota y tratando de aprovechar los desmarques de Aspas contra la defensa azulgrana. La primera ocasión de gol vino de la mano del delantero en el minuto once, cuando logró salir con espacio hasta el área pequeña rival y dejar un centro medido para que Galhardo rematara. La acción, finalmente, fue invalidada por posición antirreglamentaria.
El equipo local no tuvo un inicio definido. Las dudas se apoderaron de la mayoría de sus jugadores, algo incómodos en el dibujo propuesto por Xavi Hernández. Le faltó velocidad al Barcelona en la circulación del esférico, su juego se quedó encajado en la zona de los extremos, sin opciones de tejer combinaciones que derribaran la concentración de la zaga celeste. Con el Celta mucho más metido en la disputa, los blaugranas se permitieron el lujo de cometer algunos errores que pudieron resultar muy caros. El más destacado fue el incauto pase de Alves a Ronald Araujo que este no pudo despejar. Fue ahí donde volvió a aparecer Aspas para robar el balón y quedarse solo frente a Ter Stegen. Se le hizo de noche al moañés a la hora de definir, dándole tiempo al central uruguayo para retomar la posición y evitar que el remate cogiera puerta.
Luego llegó el turno de Dembelé, algo ausente durante los treinta primeros minutos, pero muy activo a partir de ese tramo. El francés supo cambiar el rumbo del partido con la primera decisión de peso que tomó. Inició una galopada en el centro del campo, se fue de Galán y Cervi y llegó hasta el área rival para poner en bandeja el 1-0 a Memphis Depay, que esperaba atento en el punto de penalti. Jarro de agua fría para un Celta de Vigo que estaba sintiéndose dominador, aunque falto de una contundencia que reflejara en el electrónico su superioridad con la pelota.
No se amilanó el cuadro visitante. La réplica llegó a través de un pase de Cervi que remató Aspas y que finalmente despejó la zaga azulgrana. Acto seguido, tuvo el empate Thiago Galhardo, después de un buen centro de Denis Suárez a la frontal del área. El jugador brasileño durmió la pelota y se sacó un disparo ajustado al poste que obligó al guardameta local a lucirse en una estirada salvadora. La tentativa viguesa de igualar la contienda se desinfló con el gol de Aubameyang al filo del descanso. El gabonés supo sacarle partido a un mal despeje de Néstor Araujo dentro del área. El Barça firmaba así un 2-0 desalentador para los de Coudet.
No hubo visos de mejoría céltica tras el paso por los vestuarios, a diferencia de lo que experimentó el Barcelona, que encontró en la figura de Dembelé el revulsivo necesario para coger el timón del partido. El mosquito se echó el equipo a la espalda, penetrando de manera casi ininterrumpida por el carril derecho, generando peligro y asistiendo como en sus mejores días. Fue en una de esas internadas cuando el jugador galo dejó un pase atrás para que Aubameyang batiera de nuevo a Dituro. Con el 3-0 en el marcador y una entrega defectuosa del guardameta azulgrana a Araujo, recuperó la pelota Galhardo y la colocó en el segundo palo para que Aspas sólo tuviera que empujarla. 3-1 y vuelta a empezar.
La respuesta del Celta parecía que iba a prolongarse en el tiempo. No fue así. La expulsión de Jeison Murillo por trabar a Memphis en el minuto 57 cuando este ya se quedaba solo ante el portero arruinó todos los planes en torno a una posible remontada. Los de Vigo se quedaban con diez, con la sensación de que no había mucho que hacer con un Barça en superioridad numérica y cada vez más atinado en el dominio del juego. El cansancio terminó condicionando el rendimiento de la plantilla de Coudet, que no supo ver el momento de dosificar las fuerzas.