Las nuevas formas de movilidad han convertido al patinete o scooter en el rey de los llamados VMP, pero de nada serviría este mundo más sostenible y verde si su mantenimiento nos llevase a costosos y tediosos procesos con los recambios
El siglo XXI, especialmente la última década, ha traído de la mano una nueva sensibilidad ambiental primero y una autopista hacia nuevas formas de movilidad después. El anhelo de los adolescentes ya no es tener un coche o sacar el carnet de conducir cuando sean mayores de edad, sino cómo hacer de este mundo un lugar menos nocivo para las próximas generaciones. De la mano de esa sensibilidad han llegado también políticas municipales, autonómicas, nacionales y comunitarias directamente en confrontación con el cambio climático y el daño que, a través de la contaminación, le estamos haciendo al mundo donde vivimos.
Uno de los hijos de esa ecuación, así como una de las soluciones para todas esas interrogantes sobre cómo mejorar el espacio vital, son los llamados VMP o vehículos de movilidad personal. Entre ellos, sin duda, el que más crecimiento exponencial ha tenido en el mercado son los scooter o patinetes. Se trata, ante todo, de objetos de carácter transversal en lo que a su target se refiere y que, por ende, son universalmente aceptados como fáciles o sencillos de utilizar, mantener y, sobre todo, reparar en caso de contratiempo.
Es por ello que encontrar fácilmente recambios para patinetes Xiaomi, lejos de resultar una tarea ardua, se encuentra hoy en día en una escala de rutina que puede considerarse lo mismo que antiguamente comprar unas pilas para la radio o realizar un mínimo retoque al aparato electrónico más básico del hogar. Porque el patinete o scooter se ha convertido en muchos sentidos en una prolongación de nosotros mismos, en nuestras piernas incansables y sostenibles, para ciudades del siglo XXI. Nada de eso tendría sentido, no obstante, si el mantenimiento resultase un engorro o un quebradero de cabeza para el usuario, u obligase al mismo a estar metido en costosos procesos de reparación.
Las piezas más habitualmente demandadas o las que se refieren con las pequeñas incidencias más comunes son los neumáticos, frenos, la electrónica básica, baterías y cargadores, la iluminación para la señalización, pequeños motores, repuestas, mejoras, o diminutas piezas que, en ninguno de los casos, nos va a llevar lo que antiguamente para muchos usuarios de automóvil eran largas temporadas, jornadas o días ‘tirados’ en lo que a movilidad se refiere. Es la propia intención del fabricante, y de los distribuidores de recambios, que la utilidad vaya de la mano de lo práctico que resulta el vehículo en sí.