¿Cómo elegir el mejor pod desechable?

por Redacción Nacional

La evolución de la ciencia y la tecnología nos permite encontrar cigarrillos electrónicos configurados para un uso instantáneo y de una sola ocasión, dentro de un amplísimo catálogo de gustos y opciones a configurar prácticamente a la carta

Que la sociedad se reinventa a una velocidad cada vez incontrolable o en la que es difícil percibir todos los cambios lo pone de manifiesto la tecnología y, especialmente, la forma en la que ésta hace nuestra vida más sencilla, llevadera, cómoda o rápida sin que seamos conscientes precisamente de la incidencia o acción de esa propia tecnología. Podría resumirse en el saber humano puesto a disposición de la vida de los seres humanos.

También entra dentro de esas cuestiones positivas o que hacen mejor la vida de las personas el hecho de inventar una forma de imitar o sustituir hábitos no especialmente saludables por alternativas mucho más inofensivas y hacerlo sin que el propio consumidor se dé cuenta. Esa es la forma en la que fueron concebidos los cigarrillos electrónicos o vapeadores, pero la propia evolución ha dejado ese razonamiento notablemente atrás para convertirlos en un nuevo mercado independiente y autosuficiente, capaz de ofrecer una experiencia lo suficientemente atractiva para ser reclamo per se.

Los pods desechables cobran protagonismo y se han instalado no solamente en el léxico, sino también entre las preferencias de un target creciente y que se ha especializado en lo que podría definirse como cigarrillos electrónicos o vapers de usar y tirar, especialmente recomendables para aquellas personas demasiado vagas o con muy poco tiempo para preocuparse de mantenimientos y sustituciones. También son idóneos, por su tamaño, para transportar de la manera más cómoda en un bolsillo, pues pocos dispositivos electrónicos son capaces de conseguir una reducción similar del tamaño.

Olvidarnos de baterías y cargadores podría considerarse también el sueño de cualquier usuario. Imaginarse, por ejemplo, utilizar una tablet o un teléfono móvil de manera que su propia caducidad nos indique el tiempo de duración es quizás un sueño medioplacista y un desafío para la propia ciencia.

El proceso es tan sencillo como sacar el pod desechable de su envase y comenzar a usarlo. Todo ello con una variedad de marcas y sabores interminable, así como algo decisivo como los llamados puffs: el número de caladas que permite cada tipo de pod desechable.

Con un precio económico y una oferta que se adapta a prácticamente todos los gustos imaginables, perderse en la variedad de opciones es en ocasiones un desafío para encontrar el sabor y el estilo que más nos llena. Y todo con la facilidad de uso de uno de los dispositivos más sencillos de usar de todo el mercado.

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