…sube como la espuma en el mercado de las investiduras, conviene recordar que su discurso del 4 de octubre de 2017 consiguió que otro mercado, el del IBEX 35, recuperara casi todo lo que había perdido tras los nueve minutos del discurso televisado que a las 21 horas del día anterior pronunció por la tele un tal Felipe VI, aunque aquella noche eligiera no vestirse de Mando Supremo de las Fuerzas Armadas, MASUFA para abreviar.
Y si usted no recordaba lo de la Bolsa aquellos dos días no me venga con el tópico de que todo lo que sube baja y viceversa, pues lo destacable no fue que el IBEX sufriera una fuerte caída el día que siguió al del MASUFA vestido de civil por TV, sino lo mucho que cayó en comparación con el resto de índices europeos… y le reto a usted a que localice alguna jornada en la que la diferencia al cierre entre la Bolsa de aquí y las de otros países europeos haya sido más abultada, pues no le será fácil aunque en agosto tengamos mucho tiempo libre, y gracias por su ayuda.
Por cierto, que, hablando de militares, después se supo que el JEMAD también tenía un plan para Catalunya y no pudo serlo sin la conformidad de su jefe, pero estoy convencido que a los «florentinos» y parecidos se les informó en tiempo real, y quizás desde la Zarzuela. De ahí su miedo en el mercado.
El caso es que al día siguiente de aquel en el que el IBEX se recuperó gracias a que Puigdemont respondió al MASUFA no convocando a terminar revolucionariamente en las calles lo que había comenzado a ganar contra el Reino de España en miles de urnas de las que nadie fue capaz de localizar ninguna hasta que recibieron los votos convocados, el gobierno de Rajoy demostró su agradecimiento al pacifismo catalán aprobando un decreto urgente para facilitar la salida de empresas de Catalunya, una maniobra sobre la que en su momento se comentó que también hubo intrigas, llamadas «contactos», del MASUFA con algunos «florentinos». Su padre, para resolver lo de Suárez, solo necesitó «contactar» con Armada y compañía, sus mejores amigos.
Sé que leyendo esto se le acaba de ocurrir a usted lo mismo que a mí, pero yo me aprovecharé de que NO estoy tecleando palabras para NO escribir que NO le estoy proponiendo a Puigdemont que le pida a Pedro Sánchez, antes del día de la votación en el Congreso para la investidura esa, una transferencia directa, extraordinaria e irreversible de cien mil millones (en letra, para que no destaque) de euros sin carga ninguna a la caja de la Generalitat, de los cuales diez mil lo serían para compensar los perjuicios directos ocasionados por aquel decreto y los noventa mil (millones) restantes para reparar los daños morales ocasionados por las miles de millones de veces en que han acusado a los independentistas de empobrecer Catalunya con su «Procés».
En fin, que, como no he escuchado a nadie realizar una propuesta que solo va de dinero, pues también he decidido NO hacerla. Pocas veces me arrepiento de NO haber escrito algo, y esta NO es una de ellas.
Sin retroceder tanto en el tiempo podemos pararnos ahora en la campaña de las elecciones generales de noviembre de 2019 y recordar que, en uno de sus debates electorales, Sánchez se comprometió solemnemente a traer a Puigdemont a España para que rindiera cuentas ante la Justicia.
El caso es que, ante el hecho de que Puigdemont seguía, y sigue, en Bélgica, muchas personas, yo incluida, pensábamos que los del PP y Vox no pararían de recordarle a Sánchez su «mentira», aunque en realidad se tratara de un incumplimiento esperado pues fueron muchas más las personas que se dieron cuenta de que Sánchez acababa de cometer un nuevo exceso, producto más de la ilusión que de la reflexión.
Pero la realidad es que, durante dos campañas electorales consecutivas que han sido de todo menos de guante blanco entre peperos y sanchistas, se ha pronunciado menos el nombre de Puigdemont que el de Felipe VI (MASUFA no les gusta todavía), que ya es decir, pues si usted entra en la agenda de la Casa Real puede comprobar que, durante los periodos electorales, el número de eventos cae casi tanto como lo que cayó el Ibex aquel día.
Por ejemplo, y volviendo a quien tampoco se atreven a llamarle el nuevo «bisagra», aunque los números certifican que lo es, acabo de realizar una búsqueda y el primer video relacionado con Puigdemont que aparece entre las cosas que el PP sube a Internet data de los tiempos de Casado.
Y fuera pantallas, en papel prensa estoy contemplando el anuncio que los de Feijóo, desesperados, contrataron para el 21 de julio, último día de campaña. Quizás usted lo recuerde. Era una página completa con una foto titulada «Un presidente de mentira», que era la de Pedro Sánchez un tanto cabizbajo, pero con una sonrisa de futuro ganador perdiendo que no pudieron evitar ni sus enemigos acérrimos en el teatro de la política, pero socios a muerte con los asuntos «de Estado», a beneficio del MASUFA y de sí mismos, que para eso le seguirían defendiendo, incluso aunque fuera como su padre.
El caso es que el anuncio incluía diez acusaciones directas de haber mentido contra Sánchez y un solo nombre de otro político, el de «José Luis Rodríguez Zapatero», y aún me pregunto cómo es posible que ninguna de las diez mentiras fuera la de anunciar que traería a Puigdemont a España y no haberlo cumplido.
Por ejemplo, fueron tan tontos los de Feijóo que para la primera de las diez mentiras que incluyeron en el anuncio eligieron la de que «no sería capaz de dormir por las noches…», cuando lo único que buscaba Sánchez era no enseñar a sus «enemigos del teatro» la nueva solución que había encontrado para conciliar el sueño, aunque tuviera que repetir cada día con Pablo Iglesias, en la intimidad, aquel abrazo desesperado.
Pero, regresando a Puigdemont, no veo muy claro que él se pringue personalmente en lo de la investidura, pues siempre habrá quien se invente que lo que buscaba era resolver su situación personal, aunque no lo veo regresando a Catalunya en modo Tarradellas ni Companys, por mucho que Casado pronunciara un día aquel apellido en vano, demostrando el franquista que él y muchos de los suyos siguen llevando dentro.
Y, además, esos cien mil millones que se me han ocurrido no dejan de estar envenenados de autonomismo, y no veo al ex president disputándole el terreno a los de Aragonés.
Algo al oído me está diciendo que, por primera vez y tras unas elecciones, precisamente tras las del 23J de 2023, resolver lo de la gobernabilidad puede requerir también dar respuestas a problemas de Estado, y no pequeños, en el mismo paquete que el de la investidura.
En tanto que la amnistía y el referéndum serán imposibles, que el tiempo de la Justicia europea podría correr a favor y que un 2/258 no se va a producir, es probable que un 5/26 pueda ser una buena solución para sacar el máximo partido a unas negociaciones de investidura que no dejan de ser un nuevo momento dentro de una carrera muy larga.