Declaración del Partido de Trabajadores Revolucionarios de Chile, a 50 años del golpe: No nos reconciliamos y no perdonamos

por Redacción Internacional

Que los criminales y sus cómplices paguen por sus crímenes. No hay acuerdo posible con la derecha. No creemos en el “nunca más”, porque sabemos que ellos volverían a repetir la historia

.El gobierno de Gabriel Boric ha publicado su agenda política y legislativa de cara a los 50 años del golpe militar. Somos críticos con esta agenda, porque en materia de derechos humanos es insuficiente, no busca romper con los pactos de silencio, no avanza en el cierre de Punta Peuco.

Pero, de fondo, lo más preocupante de la política del oficialismo de cara a los 50 años, es que está haciendo un verdadero lavado de cara a la derecha.

Esto ocurre porque uno de sus ejes ha sido llamar a firmar una declaración común, donde invitó a la derecha pinochetista, insistiendo, en palabras de Boric, en que buscarán que “el momento de la firma sea cómodo para todos.”. Esta declaración ya fue firmada por los expresidentes Bachelet, Lagos, Frei y por Piñera. Es decir, por los principales representantes de la administración del legado de la dictadura militar y por el principal responsable político de las violaciones a los derechos humanos durante la revuelta.

Todo esto ocurre mientras la derecha está ofensiva instalando su balance histórico, y buscan responsabilizar a la izquierda, a los trabajadores y a la organización popular del golpe, que ellos llaman “quiebre institucional”, ubicándose de manera demagógica como defensores de la democracia. Y como contrapartida, más allá de que el propio Chile Vamos rechazó firmar la declaración y publicaron una de su puño y letra, el gobierno les ofreció el camino para seguir lavando su imagen y los invitó a La Moneda a conmemorar esta fecha.

Ningún acuerdo ni declaración borrará la historia y el papel político que jugó la derecha: fueron golpistas, planificaron, junto al gran empresariado, el imperialismo y los militares, la masacre fría y metódica de la clase trabajadora organizada más avanzada y consciente de América Latina en su momento.

Ofrecerles hoy una firma de un acuerdo no es más que dejar que se limpien sus responsabilidades. Pero no se trata solo de su historia. Si no del presente, de lo que hoy la propia derecha reivindica.

Cuando Republicanos y Chile Vamos leyeron el 22 de agosto de este año el proyecto de Acuerdo que se votó 50 años atrás que sirvió como justificativo político para el golpe, el mensaje de la derecha fue claro: “Esto fue lo que hicimos, lo reivindicamos y estamos dispuestos a repetirlo”, le dijeron al conjunto del país.

No por nada el consejero Luis Silva considera a Pinochet como estadista, no por nada han buscad justificar el golpe militar, e incluso reivindicar el nefasto legado de la propia dictadura. Y ante este escenario, nos preguntamos ¿Qué opina el Partido Comunista de su gobierno, del papel que este cumple a 50 años del golpe, de la línea que ha tenido?

¿Ahora quieren reconciliación? ¿Reconciliación con la derecha criminal? ¿Con los militares, que mantienen sus pactos de silencio, que sus generales van a visitar a los asesinos de Víctor Jara, como ocurrió con el general Iturriaga? ¿Ahora quieren unidad, un “país unido”?

Esa declaración y esa farsa de discurso de unidad que han levantado, no es más que eso, ¡una farsa ante un país que está dividido! ¡Esa división existe y no dejará de existir! Es una división profunda que no se acaba con una firma, con una declaración o con buenas intenciones.
Esa división existe mientras haya impunidad para los criminales, mientras la obra económica y social de la dictadura siga en pie, mientras los grandes empresarios que se enriquecieron a destajo saqueando a las empresas públicas, mientras se torturaba, ejecutaba y se hacía desaparecer, sigan en impunidad usufructuando las riquezas del país.

Seguirá existiendo mientras una pequeña minoría viva a costa de la explotación y la opresión a las grandes mayorías, saqueando el medioambiente, en esta pantomima de democracia donde el pueblo trabajador solo puede opinar una vez cada cuatro años en una urna, mientras los grandes empresarios y sus políticos legislan todos los días.

La derecha seguirá defendiendo esa división. Por eso, con ellos no hay reconciliación posible.

Por otro lado, y en materia de violaciones a los derechos humanos, es claro que los pactos de silencio en torno a los crímenes de la dictadura operan para proteger a los criminales. Pero también se usan para ocultar cómo operó el terror del Estado, porque ese terror volverían a aplicarlo cuando su poder y el orden del gran empresariado vuelva a estar en cuestión por la fuerza y la organización del pueblo trabajador. No podemos ser ingenuos. Mientras exista el Estado capitalista, el administrador de los negocios del gran empresariado, y mientras ese orden sea cuestionado, volverán a intentar aplicar el terror.

Y esa represión, en otra escala y con otra intensidad, se siguió aplicando durante la transición y se sigue aplicando al día de hoy con la militarización en el territorio mapuche, en la frontera norte, en la ley gatillo fácil.

Ante este escenario, es que, a 50 años del golpe, reivindicamos a toda esa generación de trabajadores que se propusieron luchar por el socialismo como las y los trabajadores de los cordones industriales, muchos de los cuales empezaron a ver cómo la estrategia de Allende y la UP estaba llevando a un callejón sin salida al buscar un acuerdo con la Democracia Cristiana y los militares mientras desarmaban y reprimían al pueblo. Reivindicamos a esa generación de jóvenes, mujeres, pobladores y obreros que abrazaron la militancia revolucionaria y dieron su vida para enfrentar la dictadura.

No aceptamos la farsa de la conciliación social. No nos reconciliamos. No perdonamos y no olvidamos. A los herederos de Pinochet los enfrentaremos en las calles, retomando lo mejor de la tradición combativa y libertaria de la clase trabajadora y el pueblo. Ese es nuestro mayor homenaje, a 50 años del golpe, a los caídos.

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