Es una mañana nublada en los campos de olivar de Chucena-Huelva. Esta zona comprendida en el entorno natural de Doñana, al igual que gran parte del término de Hinojos, está sufriendo una autentica oleada de robos de aceituna, tanto de verdeo como de aceite.
Cris de “Mujeres por Doñana” acude a una explotación agrícola ante la solicitud de un veterano hombre de campo. Lo que allí contempla es desmoralizador: un hermoso olivar, cuidado primorosamente durante todo un año, ha sido saqueado en la noche anterior.
El agricultor, consternado, pero digno, le explica que se han llevado más de 700 kilos lo que supone una pérdida de casi mil euros.
Pero no ha sido el único afectado, por el camino limítrofe otro aceitunero igualmente de Chucena manifiesta que a él le acaban de robar casi media tonelada de aceituna destinada para aceite. Pero lo peor, comenta, es que han recogido el fruto usando palos. Es decir: han destrozado sus olivos y con ello la producción de, al menos, las dos próximas campañas. Un verdadero desastre económico para su economía familiar.
No es casual que cada vez más agricultores acudan a este colectivo ecologista femenino. Entre sus esfuerzos por la naturaleza también incluyen acciones que preserven la agricultura tradicional y aprovechan sus patrullas de protección del medio ambiente, tanto diurnas como nocturnas, para apoyarles en la batalla contra los ladrones. Y además todo lo hacen de forma voluntaria y gratuita. Ellas asumen los costes de su labor.
Cris, señaliza con su móvil la ubicación del robo y fotografía las huellas que han dejado el vehículo de los cacos. De inmediato las remite al Grupo ROCA –robos en el campo- de la Guardia Civil.
“Mujeres por Doñana” manifiestan que los agentes de la Guardia Civil se dejan la piel por acabar con la lacra de los robos, pero el alto precio de la aceituna este año, es demasiado tentador para personas que han descubierto que en solo unas horas pueden conseguir 300 euros con el esfuerzo ajeno.
-TURNOS PARA NO MOLESTARSE ENTRE ELLOS-
Las ecologistas han comprobado que esta campaña, y esto es inusual en la zona, los robos se producen de noche. Consideran que grupos de ladrones se reparten las zonas y horarios para no estorbarse entre ellos.
Esta nueva tendencia de sustraer el fruto por la noche en los olivares, produce un efecto colateral que está afectando a la avifauna de Doñana y su entorno. Y, además, aún queda mucha aceituna para robar con lo que el problema se puede alargar, peligrosamente, en el tiempo y afectar definitivamente a este ecosistema natural.
Con buen criterio, las instituciones prohibieron recoger aceituna por la noche, una práctica que algunos agricultores estaban utilizando para optimizar mejor su tiempo. El motivo era no molestar los dormideros de aves y que estas no se alejaran, o abandonaran, sus zonas de movilidad vital.
Ave recuperada por los ecologistas
Los agricultores cumplieron escrupulosamente la normativa. Pero no están haciendo lo mismo los ladrones. Su presencia continua durante los robos nocturnos está modificando-según Cris- la conducta de colonias de mochuelo común- athene noctua-, de curruca capirotada-sylvia atricapilla- o de cogujada-galerida cristata-.
Especialmente están preocupadas por los mochuelos ya que esta ave nocturna utiliza, normalmente, olivos viejos de gran tamaño para anidar y se alimentan de noche. Si los mochuelos se van de la zona será un desastre para el ecosistema pues son elemento importante en el control de roedores.
El olivo, al igual que los viñedos suponen- según “Mujeres por Doñana” una última oportunidad para que todo el entorno de este paraíso no sea colonizado por la agricultura del plástico y los invernaderos. Una situación incompatible con la vida de las aves y otras criaturas que durante cientos de años se han reproducido libremente en la zona.
Lissette y Vanesa
Como contrapartida, el buen precio de la aceituna en esta campaña alegró enormemente a los productores, pero su entusiasmo se ha tornado en desesperación e impotencia, cuando al acudir por la mañana a sus olivares observan que la aceituna “se ha esfumado”. Mujeres como Cris, Lissette o Vanesa no se rinden y seguirán esforzándose para que sus rapaces nocturnos y las simpáticas aves insectívoras sigan alegrando los campos y también para que los agricultores se sientan felices y orgullosos de su trabajo en este paraíso. Un paraíso -que presienten- herido de muerte.