¡Bienvenido Centollo! Por Carlos Brea

por Carlos Brea

En nuestra infancia, el centollo solía aparecer en las Navidades, pero pocas más veces al año. Ahora, en estos tiempos de esnobismo consumista absurdo, se trabaja en los abastos el centollo todo el año y se añora el centollo gallego que está en veda durante todo el verano, que es el que piden los turistas, y se les endosa el centollo del norte de Europa que solo les permite chupar las cáscaras vacías y no tiene la terneza, sabor y fragancia y exquisitez que el que tenemos afortunadamente en este paraíso nuestro que son las costas de Galicia.
Al grano. Mejor dicho, al bicho. Parecería en la foto que me estoy haciendo una operación de inyección de bótox, pero nada más lejos de la realidad: cumplo ordenadamente y según las autoridades médicas con el requisito de prevenir con unas vacunas la gripe y el COVID19 que nos exportaron de la China (y nunca nadie tuvo las pelotas a reclamarle a este país comunista el gran daño que provocó en el mundo, confabulado con los 23 inútiles del mal Gobierno de España, en nuestro fatal caso de incompetencia y 200.000 muertos) en una campaña de vacunación sistemática que ya se va a perpetuar en el tiempo, año tras año, por mor del interés de las grandes compañías farmacéuticas internacionales, y por prevención para nosotros los que somos «los vulnerables», según me dijo la amabilísima enfermera que me clavó las jeringuillas en los hombros.

Una vez cumplido este punzante requisito, en el vacunódromo de Expocoruña, me dirigí a un lugar donde la tentación me hizo sucumbir ante este exquisito plato de Galicia que no es otro que el centollo endémico de nuestras ubérrimas costas.
Es un lugar donde se suele comprar habitualmente el marisco, porque tiene la facilidad de que de dos a tres de la tarde están cociendo marisco a petición de los clientes y todos sucumbimos ante esta tentación gastronómica deliciosa. Suelo pedir centolla porque me gustan mucho las gónadas, que aquí denominamos corales, que tienen la máxima concentración de sabor del centollo, tanto en el caldo como de la carne y se concentra todo en estos corales deliciosos que son una ambrosía.
Centollo: También conocido como Changurro o Txangurro, Cámbara, Araña, Cranca, Pateiro, Bruño o Cangrejo velludo. Es un crustáceo braquiuro y decápodo. Pertenece a la familia Majidae, la misma que los Cangrejos. Vive en la costa en fondos rocosos o arenosos. Habita en profundidades mayores de 100m. y en rocas del litoral a escasos metros de profundidad, por lo que son pasto de los furtivos. Aquí, en La Coruña, veo a diario cómo se llevan centollo los furtivos durante todo el año, en la misma zona portuaria.
Centollo Maja squinado (Eng) Spinous spider crab (Fr) Araignée européenne
Según los pescadores profesionales legales, la centolla presiente la llegada de temporales; así unos días antes del temporal las centollas se encuentran escondidas entre las rocas. Después que pasa, salen a zonas arenosas.
Es muy común asociar a la centolla propiedades afrodisíacas, sobre todo por las gónadas, como pasa con ostras, etc.
Durante los meses de verano la pesca del centollo gallego está prohibida y está regulada a través de Planes de Explotación, horarios (diurno de lunes a viernes) y vedas (entre junio y noviembre), además de la talla mínima (12 cm) o artes de pesca autorizadas (miños, trasmallos, nasas y en menor medida a través de ganchos con espejo).
El capricho de saborear una centolla no se le puede prohibir a un hombre que viene de recibir dos banderillas de vacunas en sendos hombros. Y de medicamento para la reacción de las vacunas, mejor la centolla con un vino verdejo de buena casa y un bollo de pan artesano de miga alta, para mojar hasta la última gota del caldo centollar.

«Si vis cenam lautam, sume locustam, si vis pulcherrimam cenam, sume baculum marinum, si vis sexum fortis cancrum eme ad colaphizandum et si vis gala cenae, sume cancer.»
«Si quiere una cena elegante llévese un bogavante, si quiere una cena muy fina llévese una lubina, si quiere sexo de la olla compre una centolla para agrandar la bolla y si quiere una cena de gala llévese una cigala».

¡Suerte, salud, libertad, alegría
y buen paladar!

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