¡¿Una clase política que se sirve y no se sirve a sí misma?! Desafortunadamente, todavía persiste una política colorida. Hay una falta general de pensamiento crítico cuando nos enfrentamos a cuestiones cuya resolución es política. El color, no las ideas, parece ser el argumento a favor o en desacuerdo.
Falta una discusión profunda y verdadera sobre los más diversos temas, por parte de quienes tienen encomendado velar por el destino de un pueblo, una ciudad o un país. Cabe señalar que a estos actores directos se les encomendó principalmente velar por el bienestar de las personas que viven y/o visitan una región o país en particular. El ejercicio de la tarea que libremente desearon y que les fue encomendada, no es para pagar ningún tipo de favor o beneficio propio.
La falta de dignidad y de ética con la que desempeñan y viven la misión que libremente se proponen son la razón del manifiesto desinterés de una mayoría de la población por las cuestiones políticas, situación que convierte a estos pseudo- que los políticos se sientan más cómodos al seguir actuando según el mismo registro sin ningún tipo de escrutinio ni repercusiones. Estos también son causa de la muerte de una ciudad, región o país por el grave descrédito a todos los niveles que provocan por su falta de principios éticos y morales.
¡Dejar de ver a la gente como un montón de pobres ignorantes!
Hacer política es mucho más que demostrar simpatía u obediencia ciega a alguien.
Si un partido determina la disciplina electoral quitando la libertad de elección (en un país que dice ser libre), demuestra cuán débil es y cuán profundamente no cree en su propuesta. Para quien participa y acepta estas condiciones, es como estar en el papel de un mentecato.
Todos los actores, ya sean gubernamentales u opositores, están obligados a desempeñar sus funciones con la seriedad y veracidad que cada cargo y función merece. Los políticos deben dejar de acercarse a la gente con una pobre demagogia. Por encima de todo, los políticos deben dejar de lado sus intereses y ambiciones personales, y empezar a pensar a nivel comunitario y global. Cada político debe ser un verdadero ejemplo para el pueblo que ha depositado su confianza en él – para los políticos, que representan a todo un pueblo, esto es lo mínimo que deben ser y hacer.
Ser partícipe de la política es un ejercicio fundamental que deben realizar todos los ciudadanos. Lo más inteligente cuando ninguno de los candidatos presentados a votación es apto es votar en blanco. Evitar la logorrea escrita de una colección de palabras indecentes, que sólo despiertan la alegría de quienes cuentan los votos, es una actitud que demuestra una alta madurez intelectual. Si un día la mayoría fueran votos en blanco, seguramente quitaría la sonrisa y el sueño a algunos, especialmente a aquellos que tienen una actitud seria en la vida y en la política.