Escritor y Cronista gastronómico
Nuevamente, recalo en el bello puerto de Sada en La Coruña, un lugar de alegres juveniles recuerdos, como cuando nadé por esa zona con el delfín que filmaron el comandante Cousteau y el doctor Félix Rodríguez de la Fuente, dos personajes que marcaron mi juventud con rasgos de Oro y brillantes, allá por el verano de 1971.
Pero quiero que sepáis, queridos y doctos lectores de mis crónicas mundanas y gastronómicas, algo más acerca de este puerto costero con las mejores sardinas, volandeiras, sargos y mejillones no sólo de España, sino del mundo.
Los orígenes de Sada son bastante inciertos. Si tenemos en cuenta las palabras de Florencio Vaamonde Lores, se remitirían a un primer asentamiento lacustre del que se han hallado restos en las Brañas. Lo que sí se tiene por cierto es el desarrollo sobre su geografía de la Cultura Castreña, de nuestros ancestros galaicos prerromanos materializada en ocho asentamientos identificados, de los que se destacan los de Meirás, San Amede y, sobre todo, Agra das Arcas. Son castros en su mayoría de ocupación tardía, profundamente romanizados a partir del siglo I d.JC. También se conocen, más vagamente aún, asentamientos romanos en diferentes puntos, así como dos restos interesantes de su civilización: un ara votiva localizada bajo la iglesia de Meirás y dedicada al dios Coso Udaviniago, y una lápida funeraria, empotrada en el muro del cementerio de Soñeiro, que representa a un individuo togado.
La Edad Media está poco documentada, pese a que cada año estoupan centenares de historiadores de este terruño. Las referencias que hay de Sada en esta época son escasas, ya que nunca se realizaron investigaciones sobre este tiempo. Se sabe la dependencia nobiliaria y eclesiástica, concretamente de las familias de los condes de Présaras y más tarde de los condes de Andrade; y de los monasterios de San Martín de Jubia y sobre todo del de Sobrado, que probablemente poseía una granja en Samoedo, dedicada fundamentalmente a la producción vinícola. Los monjes libadores, ya sabes, lector… Asimismo, durante todo el período medieval sufriría invasiones y saqueos: los normandos en los años 846 y 859, Almanzor en el 997 o el duque de Lancaster en 1379. No hay saqueo sin vikingo o inglés.
Me considero, también, ‘mea culpa’ un saqueadores de Sada y por ello nos dirigimos al estupendo restaurante de Pintané en el Club Náutico un día precioso para comer en el jardín. Fue uno de esos días de Galicia en donde el aire es tan puro que parece colonia fresca. Y donde el pan y las patatas saben a marisco.
No digo más. Admirar las viandas de las fotos y disfrutad.
¡Fortuna, salus, gaudium, libertas et bona appetitus!
Postea quam putas!
¡Suerte, salud, alegría, libertad y buen apetito!
Es más tarde de lo que creéis.