Los científicos destacan el potencial de los datos digitales e históricos de las colecciones de historia natural para abordar la complejidad de los sistemas ecológicos
El trabajo de miles de biólogos de todo el mundo ha hecho posible que a lo largo del siglo XXI el acceso a los datos de las colecciones de historia natural haya experimentado un notable aumento. Esta labor, desconocida para la mayor parte de la sociedad, ha permitido a quienes investigan acceder, entre otras informaciones, a la fecha de colecta, la ubicación geográfica de los ejemplares o el tamaño de las poblaciones de diferentes especies. Recientemente, investigadores del Museo Nacional de Ciencias Naturales de Madrid (MNCN-CSIC) y la Universidad de Vigo, han utilizado estos datos para determinar los cambios de distribución de los escarabajos coprófagos ibéricos durante el último siglo. Esta metodología, exportable a otros grupos animales, permite comprender las respuestas de las especies a los cambios ambientales, una información muy valiosa para diseñar estrategias de conservación y gestión de la biodiversidad en un momento en el que los seres vivos y los ecosistemas están muy amenazados.
Los insectos, el grupo más numeroso del reino animal, están seriamente amenazados por el cambio climático, la contaminación o la pérdida de hábitats. Estas amenazas, que ponen en riesgo su papel en la polinización de las plantas o el reciclaje de materia orgánica, son difíciles de cuantificar. “Con este trabajo proponemos una metodología para utilizar los datos históricos tomados durante los últimos tres siglos”, explica el científico del MNCN-CSIC Mario Mingarro. “Si bien es cierto que hay que hacer una intensa labor de adecuación que incluye cuestiones relacionadas con la calidad y normalización de la información, una vez limpios, los datos brindan una valiosa oportunidad para analizar las variaciones espaciales y temporales de las diferentes especies”, continúa.
En esta investigación, publicada en la revista Ecology and Evolution, han utilizado la información proveniente de modelos climáticos libremente disponibles y datos históricos que incluyen información sobre la fecha de muestreo, la ubicación geográfica, la elevación y la temperatura del momento en el que se colectó cada espécimen en cada localidad. Según el científico del MNCN-CSIC Martin Godefroid: “Aunque la evidencia de cambios espaciales en la distribución de los escarabajos es limitada, se ha observado que cada especie exhibe un patrón que se ajusta a diversos tipos de adaptaciones térmicas o espaciales, favoreciendo así su supervivencia”.
“Este trabajo ofrece una propuesta para utilizar la creciente disponibilidad de información en bases de datos de biodiversidad y permite inferir cuáles son los patrones de variación espacio-temporales más probables que han experimentado las especies ante los cambios climáticos de la historia reciente”, apunta Jorge M. Lobo, también del MNCN-CSIC. El equipo resalta el impacto transformador de esta aproximación. “A lo largo del siglo XXI, el trabajo de los conservadores y los procesos de digitalización de colecciones en museos y centros de investigación ha permitido acceder a grandes cantidades de datos históricos sobre la presencia de especies. Una información muy valiosa que nos permite entender y prever los efectos de los cambios ambientales”, señala el investigador Emilio García Roselló, de la Universidad de Vigo.
“El estudio destaca el potencial transformador de los datos digitales en la investigación medioambiental y subraya la importancia de utilizar conjuntos de datos a largo plazo para abordar las complejidades de los sistemas ecológicos”, explica Lobo. “La información sobre la presencia de unas u otras especies en cada momento es básica para que las personas responsables de diseñar estrategias de conservación y gestión lo hagan partiendo de los datos y de la manera más eficaz posible”, concluye el investigador.