Cangas de Morrazo: preludio para una Semana Santa desconocida.

por Redacción Pontevedra

En las ciudades de Sevilla, Valladolid, Málaga, Ferrol, Calanda, Teruel, Granada, Madrid, Cuenca… se desarrollan las más conocidas y renombradas fiestas propias de la Semana Santa. Las celebraciones litúrgicas, las procesiones y la gastronomía de Cuaresma son sus elementos identificativos, aunque cada una de ella muestra sus propias particularidades. Sin necesidad de mencionar una ciudad concreta, solamente si mencionamos “La Madrugá”, “Os Caladiños”, Las Turbas… nos situaríamos en una ciudad determina de la geografía nacional. Por unos días las calles se convierten en un museo al aire libre en el que se puede admirar obras de renombrados escultores españoles como Gregorio Fernández, Martínez Montañés, Juan de Juni, Francisco Salzillo, Alonso Cano, Juan de Mesa, Pedro y Luisa Roldán…

Pero, además de los indicados, existen algunos pueblos que, aunque olvidados por una inmensa mayoría, merecen ser conocidos y puestos en valor. En la pequeña localidad costera de Cangas de Morrazo (Pontevedra) sus habitantes se afanan por poner en valor su peculiar Semana Santa. Marinera. Un número relevante de vecinos, agrupados en cinco cofradías y hermandades, se están preparando para poner a punto todos los elementos necesarios para continuar con sus tradicionales fiestas pascuales.

El preludio de todas las celebraciones comienza con el traslado de la imagen de la Virgen de los Dolores desde el domicilio particular donde se custodia a lo largo de todo el año. Esta fecha se celebra una decena de días antes del de la procesión del Domingo de Ramos, el 26 de marzo. De este modo se da comienzo a una semana cargada de tradición y recogimiento.

Ya en la propia Semana Santa, después de celebrar el Vía Crucis infantil y adulto por el casco viejo de la villa y en el interior de la iglesia parroquial, el miércoles y jueves procesionarán respectivamente por el centro de la localidad las imágenes de la Soledad y de la Santa Cena, junto con otros pasos procesionales. Es el viernes 7 de marzo un día cargado de incienso, tambores, cornetas, cirios, capuchones, costaleros y mucho recogimiento. Al amanecer, la procesión de las Negaciones de san Pedro, anuncia una jornada muy intensa. Continuará con la matinal del Santo Encuentro, la vespertina del Santo Entierro y la nocturna del Silencio, que se celebra entre la penumbra callejera. Conviene no obviar, por su vistosidad y recogimiento, el acto litúrgico de las Siete Palabras y el descendimiento de la cruz. Finalmente, la vigilia sabática, será el domingo 9 de abril cuando se celebre la procesión final del Jesús resucitado.

Las calles son el lugar de encuentro de los vecinos y visitantes. A lo largo de todos los recorridos procesionales pueden ser admiradas los grupos escultóricos e imágenes que integran la rica imaginaría canguesa. En total armonía se pueden admirar figuras de vestir, junto con tallas de madera policromada. A excepción de la Virgen de los Dolores que son portadas bajo palio, y la Santa Cena que lo hace a ruedas, en su inmensa mayoría, procesionan cargadas a hombros en andas a parihuela y de barrotes.

La diversidad y particularidad de las tallas merecen ser tomadas en consideración. Las obras realizadas que el escultor Cerviño Quinteiro realizó a finales del siglo XIX integran el grueso de las figuras procesionales. Desde el grandioso paso de la “Ultima Cena”, en la que de un modo dinámico se representan a Jesús y sus apóstoles, pasando por el Nazareno, llamado vulgarmente de “las tres caídas” que, acompañado del Cireneo y un tétrico centurión romano, denominado por los lugareños Carnacedo, y los dos grotescos sayones. Éste último, junto con las imágenes de San Juan, las tres Marías -Magdalena, Salomé y la de Cleofás-, Verónica, el Cristo yacente son articulados. Mención aparte merece la imagen de un niño que porta los instrumentos con los que se realizará la crucifixión de Jesús, el conocido como “Francisquiño da ferramenta”. De este modo, éste se convierte en la peculiar y original aportación del maestro imaginero gallego al relato procesional. Los mayores del lugar recuerdan cuando procesionaba el Carnacedo “de modo amenazante” movía sus ojos, incluso no olvidan el potente sonido procedente de su lituo. Esta trompa, similar a la tuba romana, era un instrumento utilizado tanto en el ámbito militar como en las celebraciones civiles que, para obtener su peculiar sonido agudo y estridente necesitaba de un gran chorro de aire que solo unos pocos eran capaces de proporcionar. Actualmente el mecanismo del tubo de viento se encuentra inutilizado.

Pero, conviene no olvidar que, existen muchas otras imágenes procesionales relevantes. Dentro de las representaciones de Cristo, destacan la del Consuelo, obra de Juan de Pintos, que recuerda a las tallas del maestro gallego Gregorio Fernández, junto con la rústica imagen del Buen Jesús, que es un reflejo de los denominados “Cristo de la sal”, tan propio de las costas gallegas. Aunque de más modernamente se han incorporados los pasos del Jesús de la Salud en su flagelación, acompañado de dos feroces verdugos o reclutas sirios y la oración en el huerto. Asimismo, las imágenes barrocas de la Virgen de los Dolores, de la Soledad y la Piedad, junto con la de san Pedro y Jesús montado en borriquilla han sido durante muchos años los elementos propios de estas procesiones. En los últimos años se han incorporado nuevos elementos escultóricos de gran importancia como son el Cristo resucitado, el Cristo del Perdón y la talla de san Pedro apóstol.

Durante todo el año estas imágenes se encuentran custodias por las diferentes cofradías y hermandades en domicilios particulares y almacenes habilitados a tal efecto puesto que, la villa de Cangas no dispone de un recinto con las dimensiones necesarias para albergar este rico patrimonio artístico. De modo temporal, la iglesia ex colegiata de Santiago de Cangas se convierte en un monumental museo de imaginería religiosa local. Este podría ser el lugar adecuado para admirar conjuntamente la veintena de imágenes procesionales de esta villa costera.

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