A tenor de los más de 64 millones de resultados que aparecen en Internet, no me cabe duda de que «Nadie es perfecto» es una frase casi perfecta, disculpe el exceso de perfecciones, especialmente desde que Joe E. Brown respondiera así a Jack Lemmon mientras navegaban de regreso.
Por ejemplo, «Con faldas y a lo loco» no consigue ni 4 millones de resultados. Todo esto hoy, 2 de abril de 2024 a las 2 de la tarde y en el mismo idioma en el que está usted leyendo.
«Todos somos buenos y malos» no es tan famosa, pero a la misma hora consigue 32 millones y sin ninguna Marilyn ayudando. A fin de cuentas, «Todos somos…» no deja de ser una versión algo incómoda de «Nadie es…».
«Ni una voz para nombrarlo,
Solito se fue muriendo…».
Quién no ha visto en alguna película esa escena en la que, con lágrimas o casi en los ojos, su dueño le concede al caballo que agoniza el ahorro de un sufrimiento como el que padeció el alazán de Yupanqui tras precipitarse al abismo por ir en busca de una estrella.
Escribo ahora en Internet la misma frase de cuatro palabras y quince letras que a veces nos viene a la cabeza en ese instante tan duro como necesario del disparo piadoso y aparecen más de 7 millones de resultados. De los 60 de la primera página, más de 50 se refieren a Isabel Díaz Ayuso y bastantes incluyen también una cifra de miles, pero la presidenta no aparenta la menor tristeza.
Todo lo contrario. Ella, aún viva, se considera una víctima mucho más importante que esos 7.291 juntos que se «iban a morir igual».
Sacar lo peor del alma humana y conseguir beneficio propio con ello es puro ADN y un desprecio infinito por el prójimo que, si no lo llevas dentro, ni un MAR te sabría enseñar. Es algo tan terrible que siempre parecerías artificial.
Volviendo al título, nadie piensa que Trump sea encantador, pero decir que «aunque me pusiera a disparar en la Quinta Avenida la gente me seguiría votando» y que tal cosa ocurra me hace pensar que millones de nuestra misma especie sueñan con que tendrán más posibilidades de hacerse millonarios si meten la papeleta del matón en la urna, caiga quien caiga por el camino.
Y más si, como ocurre con Ayuso en España, tampoco la Justicia de USA es capaz de investigarlo tanto como para que comprenda que seguir en política ya no le saldrá a cuenta.
Evidentemente, 7.291 personas muertas a solas en las residencias madrileñas en cumplimiento del único protocolo para la exterminación pasiva de mayores acogidos en residencias dictado durante el COVID es una forma menos ruidosa de matar personas, al menos en el momento de los crímenes, que la de empezar a disparar a la gente que pasea por la Gran Vía a la altura de Callao, pero reclamar cuatro años después unos pagos que en su momento la propia C. Autónoma dejo de pasar al cobro y que corresponden a unos cuantos días de estancia durante los que el gobierno presidido por Ayuso pudo haber incumplido sus obligaciones contractuales es acusar de morosos a los de una minoría que insiste en protestar por unas personas que se «iban a morir igual».
Isabel Díaz Ayuso sabe sacar lo peor de millones de personas porque consigue que algunas, quizás muchas, de todos los colores terminen pensando que los que protestan lo hacen para no pagar esos euros.
Llegará un día en el que Isabel Díaz Ayuso dirá que lo que más satisfacción le produjo de su paso por la política fue ver a su derrotado de 2021, y también ex vicepresidente de Sánchez, montando una taberna para incrementar la oferta madrileña de «tomarse unas cañas».
Una «libertad» que, como todos sabemos, fue un invento de ella.
Se me olvidaba.
¿Qué pasa con los dineros sospechosos de su padre, de su hermano y de su novio?
Eso son las malas lenguas que pretenden que la gente desconfíe de ella.
Lenguas que se quedarán pegadas a sus propios paladares, porque a sacar de los demás lo peor que el alma humana lleva dentro, IDA es la mejor.
O no, y su propia maldad será la que termine construyendo el camino de su perdición.