Pedro Sánchez es como Felipe González salvando… Por Domingo Sanz

por Domingo Sanz

Las apariencias engañan, y más si matamos la memoria. Me referiré a dos o tres episodios para los que hay que salvar distancias contextualizando.

El primero es doble, objetivo e indiscutible. FG siempre será mayor que yo y, aunque no lo consiguió, hubiera tenido más fácil lo de engañarme cuando, como a millones, me necesitaba. Pero ahora yo soy mayor que PS y, aunque me busque para lo mismo, miro las cosas teniendo a mi favor la ventaja de haber recorrido más tiempo.

El segundo es subjetivo y, por tanto, discutible. Lo siento por FG, pero PS me merece más confianza de manera intuitiva o instintiva, o de ambas si es que son sensaciones distintas.

Pero vayamos a los episodios que decía.

En Suresnes FG acabó con los históricos exiliados, que antes de aquel Congreso habían celebrado catorce más del PSOE en el exilio. Ahora, PS necesita acabar con FG y otros, algunos de los cuales no solo no están jubilados, sino que ocupan puestos relevantes, véase García Page.

A priori, y más después de verse obligado a salir de Ferraz en octubre de 2016 y no poder regresar hasta mayo de 2017, lo de PS resulta más meritorio, por mucho que dentro de unos años digamos que ocurrió lo que exigen las «leyes de la vida».

Durante la Transición, mientras FG pedía en Europa que presionaran a Suárez para que convocara un referéndum sobre la forma de Estado, en España no puso en ningún momento esa condición para implicarse en la redacción de una Constitución con un Título II que ni el dictador hubiera redactado, aunque solo fuera para impedir que en la historia futura de esta España que él «salvó del comunismo» nadie tuviera ni tanto derecho a cometer delitos como él ni tampoco pudiera ser tan MASUFA como él lo fue (artículos 56.3 y 62.h de la Constitución). Vale, lo de antes solo es una frase, pero sí es cierto que FG hubiera podido mantener la condición del referéndum y España sólo habría sido reconocida como democracia después de celebrar el referéndum, pues todo el mundo sabía que el franquismo era imposible sin Franco. Pero FG no lo hizo, aunque podía, porque prefirió llegar al postfranquismo más conveniente para sus intereses.

¿Puede ahora PS «regenerar» la democracia llevando a cabo muchas más reformas políticas de calado, y no solo aquellas destinadas a impedir el «fango», aún a riesgo de recortar la libertad de expresión?

De momento, las decisiones de PS me resultan más parecidas a las de FG en su momento, contextualizando, por supuesto. Y, por cierto, antes las de Pablo Iglesias y ahora las de Susana Díaz, también más parecidas a las de Santiago Carrillo. 

Recién reconquistado el liderazgo del PSOE en septiembre de 1979 por FG, tras una dimisión en mayo que tuvo mucho que ver con su segunda derrota consecutiva en las urnas ante Adolfo Suárez en marzo, regresó con más poder que antes pero, cosa extraña, quien acabó con Suárez un año y cuatro meses después no fueron las urnas sino las intrigas de Juan Carlos I con sus militares amigos, pues no podía soportar que se atreviera a mirarle a la cara a él, quiero decir a Él, que lo había nombrado en 1976 y que gracias a Él era «alguien».

Dicho entre paréntesis, todo esto lo sabe muy bien PS, pero, al mismo tiempo que sigue sin descargar la Espada de Damocles de una derogación de la Ley de Secretos Oficiales que es tan franquista como el cadáver que ordenó exhumar del Valle para consumo del pueblo llano y republicano, se niega a rozar siquiera el nudo más importante de todos los que dejó atados el dictador, y ahí siguen, intocables, los dos artículos de la Constitución antes citados. Así como el muy corrupto Juan Carlos I nunca vivió más tranquilo que con el PSOE de FG, PS no permite que ninguna «regeneración» democrática pueda alterar la construcción de su mejor «modus vivendi» posible con Felipe VI.

Sin Juan Carlos I acabando con Suárez, 23F incluido, FG nunca hubiera conseguido el 48% de los votos en las elecciones de 1982 y, por lo mismo, aunque «salvando…», sin el 3 de octubre de 2017 PS nunca hubiera derrotado a Rajoy. Tampoco en las urnas, por cierto, aunque eso sí, cumpliendo la legalidad vigente, que los de Casado antes y Feijóo ahora no paran de deslegitimar para ver si hay alguien que se decida a «hacer todo lo que puede» como reclama Aznar.

Recién reconquistado el liderazgo en el PSOE (mayo de 2017), PS anunció el día 2 de octubre de ese mismo año una reprobación contra la ministra Soraya por la represión brutal contra los votantes del día anterior en Catalunya, pero millones quedamos boquiabiertos cuando la retiró al día siguiente, aunque hubiera podido mantener su reprobación… y hasta ganarla, porque PP + Cs solo sumaban 169 escaños.

Al día siguiente era 3 de octubre de 2017 y Felipe VI salió por TV contra, como mínimo, la mitad de Catalunya y muchos españoles que nunca querrán saber nada de ningún rey, pero eso no fue obstáculo para que PS se apresurara a manifestar su acuerdo total con aquel discurso de 9 minutos que hundió el IBEX 35 del 4 de octubre sin que en los índices europeos ocurriera ni mucho menos lo mismo.

En cambio, aunque aquel día Rajoy también manifestó su acuerdo con el discurso (villanía obliga), ocho meses después no hizo ni la mitad de lo posible para que el PP pudiera seguir en la Moncloa, aunque fuera sin él, y entregó la presidencia a Sánchez desde un bar. Pocos días después quiso dejar claro que él no había llamado a Felipe VI para salir por TV. Quizás le movió una dosis de orgullo del derrotado por voluntad propia mezclada con un punto de rencor hacia su rey que un villano nunca se atreverá a manifestar con claridad. Puede que se tratara de una combinación de decepciones parecida a la que llevó a Suárez a contarle a Prego en 1995 aquel secreto de las encuestas que se había guardado durante 19 años.

Tanto por su manera de ser como por las circunstancias presentes, soy de los que opinan que PS no terminará atesorando una trayectoria en las instituciones tan llena de evidencias delictivas y sombras como la de FG, aunque solo este mérito no me parece «regeneración» suficiente.

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