El peligro del daño: una reflexión sobre la originalidad. Por Miguel Abreu

por Miguel Abreu

El efecto perverso del daño: El daño, en su forma más amplia, representa cualquier acto que cause sufrimiento, humillación o perjuicio a otro individuo o a la sociedad en su conjunto. Al ser víctima de tales acciones, la persona se ve inmersa en un torbellino de emociones negativas, como el miedo, la ira y la impotencia. Esta nefasta experiencia puede llevar a la persona a creer que el mal es omnipresente y que la impunidad impera. Tal creencia, a su vez, genera un sentimiento de desesperanza y desilusión con la humanidad, corroyendo nuestra fe en el bien y la justicia.

La falta de actitud y la pérdida de la individualidad: A menudo, la omisión ante el daño es la principal reacción. La persona se acomoda a la pasividad, teme represalias o cree que el cambio es imposible. Esta inercia, sin embargo, convierte a cada uno en cómplice del mal, perpetuando un ciclo de violencia e injusticia. Para romper este ciclo, es fundamental que se tomen medidas concretas en defensa del bien común. Es fundamental denunciar el mal en sus diversas formas, exigir justicia y buscar/encontrar soluciones para los problemas que aquejan a la sociedad.

La elección entre la «Tribu» y la Comunidad: En un mundo marcado por el deseo de aceptación y pertenencia, muchos son los que se sienten presionados a conformarse a las normas y expectativas de un determinado grupo, la «tribu». Esta necesidad de pertenencia puede llevar a la persona a actuar de maneras que no concuerdan con sus valores y principios (pérdida de identidad y unicidad), solo para evitar la exclusión social. No obstante, es importante cuestionar si esa «tribu» realmente acoge y valora a cada uno como persona, que es. O si, en realidad, utiliza a los individuos como herramientas para alcanzar sus propios objetivos, descartándolos cuando dejan de ser útiles. En cambio, la comunidad se basa en el respeto mutuo, la colaboración y la valoración de la individualidad. Es en este ambiente donde cada persona puede florecer como ser humano auténtico y contribuir a un mundo más justo y solidario.

La ilusión de la facilidad y el fardo del autor: El camino de la vida no siempre se presenta como una línea recta y fácil de recorrer. A menudo, la persona se depara con atajos que parecen ofrecer soluciones rápidas y sin esfuerzo. Sin embargo, es fundamental estar atento a los peligros que estos atajos pueden esconder. Lo que se presenta como una solución fácil puede, en realidad, llevar a un final trágico. El daño causado debido a elecciones precipitadas puede tener consecuencias graves e irreversibles, no solo para las víctimas, sino también para el autor del mal. El autor del daño, por más que intente esquivar la responsabilidad, carga consigo un fardo pesado. La conciencia del mal que practicó será un tormento latente, impidiendo al autor encontrar la paz interior.

El anhelo por el anonimato y la soledad de la acción indigna: El deseo de esconderse, de volverse anónimo, es un reflejo del miedo al castigo y la reprobación social. Con todo, el anonimato no borra el mal que se ha cometido. La culpa y la vergüenza siguen corroyendo el alma del autor, aislándolo en una soledad profunda y angustiante. A diferencia del amor, que busca el anonimato por ser puro y altruista, el mal exige reconocimiento. La conciencia del autor le impide esconderse, como clamando por justicia y redención.

La originalidad como camino a la libertad: La búsqueda de la originalidad libera a la persona de las ataduras de la conformidad y el comodismo, permitiéndole a cada uno trazar su propio camino. Al negarse a seguir ciegamente las normas y expectativas de la sociedad, la persona abre espacio para la creatividad, la autenticidad y la realización personal. Ser original significa tener el coraje de ser diferente, de defender sus creencias y valores, incluso cuando esto la coloca en oposición a la mayoría. Es desafiar el status quo y construir un mundo más justo, tolerante y diverso. Solo en la diversidad vive la unidad.

Comparte éste artículo
Escribe tu comentario