Verano en A Coruña: El perfume de la ineptitud. Por Jesús Suárez

por Jesús Suárez

Desde el 23 de junio, A Coruña se ha transformado en el paraíso de las bolsas de basura. Montañas de plástico adornan nuestras calles como si fueran esculturas modernas, dejando un rastro de descomposición y olor que, irónicamente, da un aire de autenticidad al ya de por sí decadente verano de nuestra querida ciudad. Los coruñeses, aquellos pobres seres que aún intentan mantener la dignidad entre el hedor y las ratas, pagamos religiosamente un impuesto por la recogida de basura. Un impuesto que, claramente, nos asegura no solo la limpieza, sino también una experiencia sensorial completa de lo que significa vivir en un vertedero urbano en pleno verano.

¿Acaso alguien en el ayuntamiento se ha planteado que, tal vez, pagar por un servicio inexistente podría considerarse un insulto? Por supuesto que no. En lugar de eso, nos han brindado la maravillosa oportunidad de ser testigos de la transformación de nuestras aceras en corrientes de inmundicia. ¡Qué privilegio! ¡Qué suerte la nuestra!

Es fascinante cómo, en una ciudad que se vanagloria de ser moderna, europea y sede mundialista, no hemos sido capaces de resolver algo tan básico como la recogida de basura. El calor todavía no ha llegado con toda su intensidad, pero los olores ya nos transportan a lugares insospechados de miseria olfativa. ¿Y mientras tanto, qué hacen nuestros funcionarios? Al parecer, están demasiado ocupados en alguna oficina con aire acondicionado, disfrutando del espectáculo a distancia y asegurándose de que los impuestos sigan fluyendo.

La huelga de recogida de basuras se ha convertido en el símbolo perfecto de la desconexión entre la administración y la realidad que vivimos a diario. En lugar de buscar soluciones, parece que se deleitan en observar cómo los ciudadanos nos sumimos cada vez más en este pozo de desdén y dejadez. El impuesto sigue vigente, por supuesto, porque ¿qué sería de una administración sin sus preciados ingresos? Sin embargo, el servicio que se supone deberíamos recibir se ha esfumado como una promesa electoral después de las elecciones.

Mientras tanto, seguimos pagando. Porque en A Coruña, la basura no es solo un problema físico, es también una metáfora de la gestión pública entrelazada con intereses de sectores privados, : promesas vacías, servicios inexistentes y una realidad que hiede, literalmente, a abandono y desidia.

Quizás deberíamos considerar la posibilidad de dejar de pagar por un servicio que no recibimos. Tal vez entonces, cuando el dinero deje de entrar en sus arcas, los que mandan en esta ciudad se dignen a salir de sus oficinas y hagan algo más que oler a distancia la decadencia que han permitido. Hasta entonces, seguiremos hundiéndonos en la basura, tanto física como metafóricamente, recordándonos cada día que en A Coruña, pagar impuestos es un ejercicio de fe ciega en algo que apesta.

Etiquetas
Comparte éste artículo
Escribe tu comentario